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Los valientes duermen solos. Sueño nº 702

William Mortensen

“…LA MANIPULACIÓN EN EL CUARTO OSCURO…”

“…Con los brazos cruzados sobre la cabeza, la modelo arquea la espalda para desplegar el estómago plano y los pechos alzados. La iluminación plana y la manipulación en el cuarto oscuro cambian la piel a superficie artificial y uniforme y el cuerpo mismo a una serie de contornos idealizados. (…) Mortensen no tiene huellas de ningún tiempo o lugar específicos.…” Capítulo cuatro: 1930-1960: el cuerpo en sociedad. Página 106

Bibliografía selecta

La fotografía y el cuerpo, de John Pultz. Título original: Photography and the body. Diseñado, producido y publicado originalmente por Calmann & King, 1995. Dirección de la serie: Tim Barringer. Diseño de Karen Stafford. Imágenes de Susan Bolsom-Morris. Traducción de Oscar Luis Molina. Publicado en español por Ediciones Akal, Madrid, 2003. Impreso en Fuentlabrada por Vía Gráfica.

Material de prensa: presentación, notas y cronología

William Mortensen (27 de enero de 1897 en Park City, Utah – 12 de agosto de 1965 en Laguna Beach, California)

Mortensen retrató a los grandes sex symbols de su tiempo, entre ellos Rodolfo Valentino y Fay Wray y se interesó por el ocultismo y la brujería. Rechazaba el realismo y el gran ‘padrino’ Ansel Adams, líder de la fotografía panorámica, se encargó en persona de que fuese retirado de las antologías. El gran padrino del paisaje fotográfico estadounidense, Ansel Adams, no soportaba al también fotógrafo William Mortensen, descarada y orgullosamente artificioso, amigo de la fantasía descabellada, de la brujería, el satanismo y todo aquello que lindara con el misticismo. Fue tanto el odio que despertó el segundo en el primero cuando aquel se atrevió a declarar que el colmo de la belleza sería «retratar un cadáver», que Adams, capo respetadísimo entre los profesionales de la Costa Oeste de los EE UU, tildó a Mortesen de «anticristo», calificó su obra como «vulgar» y, en una decisión de directa censura en la que fue apoyado por el también figura Edward Weston, vetó el nombre del heterodoxo de la antología canónica de 1937 The History of Photography: From 1839 to the Present, firmada por el matrimonio Beaumont, Nacy y Newhall, íntimos de Adams. ¿Qué hacía Mortensen que ponía tan nerviosos a los fotógrafos ortodoxos y canónicos, convencidos de que la cámara debía ser una extensión mecánico-óptica del sistema humano de visión? La respuesta deja en mal lugar a los censores y agiganta la figura del condenado al ostracismo: Mortensen era un tipo curioso y levemente pícaro —jamás se acercó a la pornografía y el erotismo de sus obras es de muy bajo nivel incluso para los baremos de su tiempo— que retrataba montajes fantásticos de mujeres desnudas a punto de caer en poder de grandes gorilas, brujas descaradas y también sin ropa montadas en escobas para preparar el aquelarre y sex symbols de Hollywood en actitudes sugerentes.

Un par de libros recobran la figura de este retratista algo naíf que postulaba el «imperativo pictorialista», una filosofía de acción fotográfica en la que todo era válido —trucaje, manipulación, escenificación…— para que el espectador entrase en la foto. Se trata de American Grotesque – The Life and Art of William Mortensen (Grotesco americano. La vida y la época de William Mortensen) y The Command To Look – A Master Photographer’s Method for Controlling the Human Gaze (La orden de mirar – Un método fotográfico infalible para controlar la mirada humana). Ambos están publicados por Feral House, una singular editorial dedicada a obras de exploración relacionadas con temas universales pero no frecuentes en las listas de best sellers: el sexo, las drogas, la muerte, el crimen, la religión…

Mientras el primer volumen condensa la biografía de Mortensen, una selección de un centenar de sus mejores fotos, entre ellas los retratos de incendiaria sensualidad que hizo a Jean Harlow, Rodolfo Valentino, Fay Wray (la actriz de la que enamora King Kong en la película de 1933) y Anna May Wong (la bailarina irresistible de La hija del dragón), dos de las primeras bombas sexuales del cine mudo— y reproduce el ensayo Venus & Vulcan (Venus y Vulcano), donde el fotógrafo traza sus ideales estéticos y defiende la temática salvaje, los desnudos, el terror, la dominación más o menos consentida y la persecución, el segundo es un ensayo de psicología, agotado desde hace medio siglo, donde revela sus contactos con el ocultismo y con figuras tan controvertidas como Anton LaVey, fundador de la Iglesia de Satán. Dramatización extrema Mortensen trabajó como diseñador de decorados para los directores King Vidor y Cecil B. de Mille, tuvo un estudio propio de fotografía y escribió nueve libros sobre técnica fotográfica.

Además de los citados destaca Monsters & Madonnas (1936). Aunque los puristas censores lograron que su trabajo fuese olvidado, en los últimos años ha sido objeto de un paulatino redescubrimiento. Sus fotos de estudio, tienen caulidades que algunos autores contemporáneos cultivan como la dramatización extrema (Desnudo encandenado con bruja y Desnudo con demonio), la teatralización (La marca de los Borgia,), la monstruosidad (Belgephor, El vampir) y la sexualidad (The Heretic).  De inmensas cualidades técnicas —algunos de sus montajes parecen fruto del retoque digital—, Mortensen fue también un curioso intelectual que buscaba sentido a la práctica fotográfica. En uno de sus libros, esboza lo que considera el gran drama de la fotografía: «Muchos [fotógrafos] hemos desarrollado habilidades mecánicas o  habilidades creativas. Muy pocos hemos construido un puente para franquear el abismo entre unas y otras».

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