Maurits Cornelis Escher

By octubre 10, 2018Sin categoría

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Los valientes duermen solos. Sueño nº 682

Maurits Cornelis Escher

“…lo que vi en la oscuridad de la noche…”

«Nos resulta imposible imaginar que, más allá de las estrellas más lejanas que vemos en el firmamento, el espacio se acaba, que tiene un límite más allá del cual ya no hay nada.” En un artículo de 1959, expresó Escher con palabras lo que lo motivaba a soñar y representar el infinito.

Bibliografía selecta

El espejo mágico de M.C.Escher (1978), de Bruno Ernst (Taschen, Köln, 2018) Todos los dibujos, diseños y bocetos de Escher se han reproducido con el permiso de Cordon Art B.V., Bararn, Holanda. Muchos de los diagramas y dibujos explicativos fueron publicados por primera vez en Pythagoras, una revista de estudiantes de Matemáticas. Traducción de Dr. Ignacio León. Revisión de Félix Treumund. Diseño de la cubierta de Andy Disl y Birgit Eichwedw, Colonia. Impreso en Polonia. Inspiración: infinita. huella de carbono: cero. 

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Maurits Cornelis Escher (17 de junio de 1898 en Ljouwert – 27 de marzo de 1972 en Laren)

M. C.Escher quería encerrar el infinito en una hoja de papel. Esa fue su obsesión en vida y el hilo conductor de muchas de las xilografías y dibujos que creó después de su segunda visita a la Alhambra, en 1937. Ya había estado en el palacio nazarí a finales de los años 20, pero no se fijó tanto o no le imbuyeron de la misma forma los 17 patrones geométricos presentes en el recinto. Así que mientras en España se libraba una guerra civil, Escher dejaba de pintar paisajes y pasaba del escapismo al intelectualismo en un abrir y cerrar de ojos.

Escher creció en Leeuwarden, un pequeño pueblo del norte de Holanda. Nunca fue bueno en los estudios aunque su padre se empeñase en convertirlo en arquitecto. Lo cierto es que el chico había destacado en dibujo ya desde pequeño, pero la carrera de arquitectura tampoco fue lo suyo: la dejó poco después de empezar, en 1919. Se convirtió en discípulo de Samuel Jesserum de Mesquita, quien le enseñó la técnica de la xilografía que le vino como anillo al dedo a lo aprendido años antes con las grabaciones en linóleo. Dicen que a Escher le gustaba mirar desde lo alto de las ciudades y que Roma era el lugar predilecto para esto. Fue allí de vacaciones con 24 años y al final se quedó en la capital italiana hasta el 36, un año antes de su reveladora segunda visita a Granada. El artista amaba la Roma nocturna. No en el sentido de la fiesta y el jolgorio, sino en un plano mucho más bucólico e introspectivo; como a la hora de dar paseos, de oler sus calles o escuchar el Tíber. También fue allí donde empezó a abrazar el divisionismo, presente en sus obras de ese periodo.

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