Mary McCarthy

By agosto 19, 2019Sin categoría

El oasis

Los valientes duermen solos nº 956
El oasis (1983), de Mary McCarthy

«No ser capaz de ver ese mundo suponía para él una fuente de resentimiento perpetuo; sabía que existía porque percibía su efecto en los demás, igual que un hombre en una casa cómoda y acogedora infiere que el viento sopla por el modo en que se agitan las hojas de los árboles. Si nunca hubiera visto un poema, se habría burlado de la idea de la poesía, y, si no le hubieran presentado la idea de la poesía, se habría burlado del poema.» El Oasis. Página 34. Los valientes duermen solos. Lunes, 19 de agosto de 2019.

El Oasis, de Mary McCarthy. Título original: The Oasis. Publicado por Impedimenta, Madrid, 6 de mayo de 2019. Traducción del inglés de Raquel Vicedo. Rústica con sobrecubierta. 192 pp. 13 x 20 cm.

Más controvertida y ácida que nunca, McCarthy se inspira sin disimulo alguno en sus amantes, amigos y conocidos, grandes personalidades de la cultura estadounidense, para plasmar un irónico y polémico retrato de la esfera intelectual de su época. Una sátira descarnada y certera sobre los sueños y las decepciones de toda una generación.

Mary McCarthy nació en Seattle en 1912. Huérfana desde muy joven, fue educada por su tío, un católico severo y conservador. Se graduó en el Vassar Collegue en 1933, como reflejó en su novela más conocida: El grupo(1968). Como columnista trabajó en periódicos y revistas como la Partisan Review, The Nation o la Harper’s Magazine. Escandalizó a la crítica con su primera novela, The Company She Keeps (1942), en la que representaba el ambiente intelectual de su época. 

A finales de los años cuarenta, un grupo de entusiastas neoyorquinos, intelectuales urbanitas, se aventuran en las montañas de Nueva Inglaterra para crear una comuna a la que deciden bautizar muy apropiadamente como «Utopía». Sin embargo, pronto surgen la discordia y el cisma ideológico entre las dos facciones del grupo: los utópicos puristas, entre los que se cuentan el estruendoso editor libertario Macdougal Macdermott, que carece de opinión propia, o la bienintencionada Katy Norell, que en el fondo solo desea agradar a los demás, y los realistas, encabezados por el amargado exmarxista William Taub, que pretende reírse del fracaso de Utopía al tiempo que alberga la secreta esperanza de que prospere. Así, alternarán «periodos líricos» de paz pastoral con la concepción de ideas alocadas, como crear unos «Estados Unidos de Europa en el exilio», hasta desembocar en un desenlace previsiblemente desastroso.

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