Marcel Duchamp

By marzo 19, 2019Sin categoría

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Los valientes duermen solos. Sueño nº 789

Marcel Duchamp

“…RESPIRADOR…”

«…Las fotografías de Duchamp sonriente no abundan. Su expresión más característica, tanto de las instantáneas como en los retratos más formales, es bastante sombría; no ya cohibida, sino circunspecta, observadora, nada sorprendida. Cierta seriedad tuvo que caracterizar su naturaleza ya desde la misma infancia, si bien no es la faceta en la que la mayor parte de la gente solía reparar. Lo que sorprendía a sus más íntimos amigos y admiradores lejanos por igual era la facilidad con la que se movía por el mundo. Duchamp viajó ligero de equipaje toda su vida, con apenas lo suficiente para satisfacer las necesidades básicas. En años posteriores, cuando creía no estar haciendo arte, me dijo que no era más que un «respirateur», un «respirador», dando a entender con ello que ésa ya era la ocupación suficiente para cualquiera…» Calvin Tomkins.

Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología

Duchamp, de Calvin Tomkins. Título de la edición original: Duchamp. Publicado por Henry Holt and Company, en Nueva York, en 1996. Publicado en español por Anagrama, en Barcelona en 1999. Segunda edición ampliada y revisada en enero de 2019. Colección: Biblioteca de la memoria. Nueva edición ampliada y revisada. Traducción de Mónica Martín Berdagué. Ilustración: Marcel Duchamp, Man Ray (1930). Diseño de la colección: Julio Vivas y Estudio A. Impreso en Liberduplex.

Por sus revolucionarias ideas y su inteligencia iconoclasta, Marcel Duchamp está considerado uno de los artistas más influyentes del siglo pasado. Se había dicho ya que su vida era su mejor obra de arte, pero hubo que esperar a la publicación de la monumental biografía de Calvin Tomkins para comprender plenamente la interacción entre su vida y su obra. Nacido en el seno de una familia burguesa, Duchamp decidió seguir el ejemplo de sus dos hermanos mayores y se instaló en París pocos años antes de que el cubismo revolucionara la pintura. A pesar de coincidir con ese hito histórico, a lo largo de su longeva existencia se trazaría siempre su propio e irrepetible camino: una osadísima aventura en la que el arte se concebía, ante todo, como una cosa mentale, en el espíritu de Leonardo da Vinci. Fue Duchamp quien, de una manera más radical que nadie, planteó que el arte debía tener una realidad propia y abandonar la mera imitación.

A su llegada a Nueva York en 1915 (Norteamérica acabaría convirtiéndose en su país adoptivo), se quedó atónito al descubrir que su reputación(Desnudobajando una escalera había causado una tremenda sensación dos años antes en el Armory Show) «era únicamente comparable a la de Sarah Bernhardt y Napoleón». No hizo el menor esfuerzo por promocionarse, ni a sí mismo ni su obra, y cuando la fama le eligió, no una vez sino dos, durante dos períodos distanciados en el tiempo, le dio la bienvenida con una sonrisa irónica. Duchamp quiso siempre colocar el arte al servicio de la mente, y fue precisamente ese deseo –espoleado por su particular uso del lenguaje, el azar, la óptica, las películas y demás técnicas metavisuales y, por encima de todo, por sus célebres ready mades– lo que socavó sigilosamente quinientos años de arte occidental hasta transformarlo por completo. Son muchos los libros acerca de Duchamp, pero la biografía de Tomkins resistirá el paso de los años como la definitiva. Un texto soberbiamente escrito que nos revela el humor del artista, su originalidad, su poder de seducción, sus aventuras amorosas y su influencia sobre personalidades legendarias que le admiraban con devoción. Con sus más de cien reproducciones y fotografías poco conocidas, este libro cautivará a todos los interesados en el arte y la cultura de nuestro tiempo.

La mariée mise à ni par ses célibataires, même (Le grande verte), 1915-1023. Con sus casi 2,70 metros de altura y sus 1,65 metros de anchura, suspendido entre soportes de aluminio, Le grand verre (El gran vidrio) domina la galería Duchamp del Philadelphia Museum of Art. Duchamp recalcaba que no se trataba de un cuadro. En una de las notas de trabajo que reunió y publicó en la Boîte verte (Caja verde), Duchamp se refiere a él como un «retard». Emplear «retard» en lugar de cuadro o pintura… Es simplemente un modo de dejar de considerar que la cosa en cuestión es un cuadro…, demorarlo del modo más general posible, no tanto en los distintos sentidos centro que se puede tomar «retard», sino más bien en su materialización inconclusa. Henri Bergson. Gran vidrio, se trata de una obra que es a la pintura lo que Finnegans Wake a la literatura: algo aislado e inimitable. El Vidrio, después de trabajar ocho años en el proyecto acabó por hartarse y perdió el interés. En efecto, cesó de trabajar en el Vidrio en 1923 dejándolo, según sus propias palabras, «definitivamente inacabado». Como señala el crítico francés Jean Suquet, la maquinaria de Duchamp sólo funciona si se lubrica con humor. La novia es esencialmente un motor, nos explica Duchamp. Rube Goldberg. Escultor y dibujante norteamericano conocido sobretodo por sus tiras cómicas que protagonizaban máquinas absurdamente complicadas, ideadas para realizar operaciones sumamente sencillas, que recuerdan los «inventos del TBO».

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