LVDS 1134. Tiempo de noche LIUDMILA PETRUSHÉVSKAIA

Tiempo de noche

LIUDMILA PETRUSHÉVSKAIA

 

COLECCIÓN VEINTIOCHO LUNAS
SERIE TRECEAVA LUNA
ZITZÀNIA DE LLETRES

 

POR LOS VALIENTES DUERMEN SOLOS

 

 🫰Nuestros oídos captan las ondas sonoras del (A2), Julani, de Yesterday’s New Quintet. Angles Without Edges (Vinilo, 2LP, Álbum, A4, B4, C3 y D6) es el primer álbum 2LP de YNQ, a.k.a. Madlib, a.k.a. Ahmad Miller, Monk Hughes, Joe McDuffrey, Malik Flavors, Otis Jackson Jr. Grabado en The Dump (living room in Playa) & The Bomb Shelter: Fender Rhodes, Vibes (vibráfono), bajo eléctrico, Kalimba, Arp Odyessey, Arp String Ensamble, sintetizador de 8 pistas, SP12 y MPC 2000, batería, percusión, guitarra eléctrica, clavinete eléctrico E7 y piano eléctrico Wurlitzer. Publicado en Los Ángeles por Stones Throw en 2001., de Bacao Rhythm & Steel Band. Expansions  es el primer álbum del misterioso grupo de Steel Band proveniente de Hamburgo, Alemania. Paul Elliott en la percusión. Este primer planchado se publicó en Brooklyn el día 16 en el mes de julio del año 2021, por Big Crown Records

 

 

«Al cabo de tres noches los motores rugieron en las calles: el ejército abandonaba la ciudad. (…) Nikolái empezó a salir de caza cada noche, y se le planteó el problema de la ropa. Lo que hacia ahora era guardarla en una bolsa de polietileno cuando todavía estaba en las escaleras, mientras que el cuchillo lo desinfectaba al fuego muy frecuentemente.»
LIUDMILA PETRUSHÉVSKAIA, Alegorías. Higiene, pp. 48 y 49

 

 

                              AL SALIR DE MI TRABAJO, la librería, fui a ver un amigo, recorrí algunas calles y volví a casa al anochecer. Mi habitación estaba a oscuras y en silencio. Estuve un rato leyendo y luego me acosté, pero no conseguía conciliar el sueño. El sueño de la pintora, escritora y dramaturga Petrushévskaia no apareció en toda la noche ni en todo el día siguiente. Liudmila Petrushévskaia (Geminis. Moscú, jueves 26 de mayo de 1938) ha conformado lo que podríamos definir como travesías nocturnas: viajes del sueño o territorios donde se confunde lo racional con todo lo bizarro e inexplicable a simple vista. Ella misma subtituló como «Posibilidades de Menipea» uno de sus largos relatos, en alusión a esa forma de la sátira en la literatura griega donde la prosa se sumerge en las noches del inframundo para hablar con los muertos y así burlarse del mundo de los vivos. Todas las voces que conforman al ciego Homero hablan de la travesía nocturna con la palabra griega nekyia que se pronuncia cuando Odisea bebe sangre humana para conversar con los muertos. Y más que nekyias o meras travesías nocturnas de quien narra sueños, ella declara explorar con sus cuentos «los huertos de posibles inusuales». Túmulo funerario que va del manto de espumas con que los mares arropan a sus ahogados al terror verídico y palpable de saber que hay alguien en la habitación cuando podríamos jurar que estamos solos, leyendo un libro de cuentos de una autora rusa que por puro azar nos cayó en las manos para espanto de las madrugadas. Completan este tono de relatos el cuento donde la autora une párrafos creíbles la increíble convivencia de la vida con la muerte y el que titula «La casa de la fuente», donde una muñeca durmiente, una bella soñadora eterna, nos hipnotiza aun a sabiendas de que los sueños no cuentan en los balances finales del miedo o la incertidumbre. Cuentos cercanos al espíritu místico y pesadillesco de Poe. Cuentos de hadas trastocado de la etimología convencional: cuentos ajenos a moralinas y banalidades; historias contadas en voz alta, al filo del sueño, que se narran como quien canta una nana.

Aquel retrastista de escritores, Ulf Andersen, fue quien fotografió a Liudmila Petrushévskaia en París un 24 de septiembre de 1991. Deja que te lo explique: nació en Moscú; el mundo y en particular la Unión Soviética se hallaban al filo de sortear dramáticos cambios. Heredera de la minuciosa introspección que lograba Chéjov en sus relatos, su obra podría resumirse como espejo y ventana de la vida cotidiana. La novela Tiempo de noche quedó finalista del prestigioso Premio Booker ruso, y otra de sus novelas, Svoi Krug, es considerada un clásico moderno en torno a la desmitificación y denuncia de la intelligentsia soviética durante la década de 1980. No es sino hasta 1973, año en que logra publicar dos relatos en una revista de Lituania. Quien se aventure a descifrar el policromado mural que se desdobla al abrir cada una de las sucesivas muñecas que conforman la biografía y bibliografía de Liudmila se encontrará de pronto ante un paisaje multiplicado donde convergen las voces de otras mujeres, los fantasmas de anónimos desahuciados, la nómina de víctimas y esas listas irracionales de tantos habitantes que conforman el mundo alterno, la otra patria. Petrushévskaia se la considera la madre de la literatura feminista rusa posmoderna por concederle voz y presencia a mujeres de diferentes ámbitos y estratos: grabando su habla en tinta con parlamentos y diálogos directos o haciéndolas hablar con claroscuros de desesperación y constante desasosiego. Ha declarado ser «no más que oyente de la tradición oral femenina rusa. Rusia es tierra de mujeres que son narradoras extraordinariamente talentosas; cuentan sus historias tal cual, sin inventar nada». Liudmila publicó uno de sus relatos más célebres, «Los nuevos Robinson», en la misma edición de la revista Novy Mir donde apareció El archipiélago Gulag, de Solzhernitsyn. Su figura de enemiga de toda banalidad y su fantástica habilidad para revelar la crudeza de la existencia humana la mantienen en el gusto del público no sin polémicas y detractores: quienes no perdonan la descarnada agudeza con la que retrató a los habitantes de un mundo que ha quedado en blanco y negro.

Era consciente de que en este sueño apenas sabía andar. Me caí de la cuna y me había hecho mucho daño, a juzgar por los gritos tan desgarradores que se oían al otro lado de la puerta, donde seguramente estaría tirado al suelo. Continuamente creía oír una voz de mujer que me llegaba de la habitación de Liudmila. La escritora se encontró de repente al borde de una carretera, en invierno, en un lugar desconocido; además llevaba puesto un abrigo negro que no era suyo. Tenía mucho frío, ahí parada en una carretera que no le sonaba de nada, en pleno invierno, a la caída de la tarde. Alrededor se extendía el bosque; estaba oscureciendo. Así que echó a andar. ¿Te acuerdas del cuento de la Cenicienta, en la versión de Yvgueni Shvarts? Yevgueni Lvóvich Shvarts (1896-1958), dramaturgo y guionista ruso, escribió numerosas adaptaciones teatrales, modernas, de cuentos clásicos. En las situaciones más complicadas, lo que hay que hacer es bailar. Inmediatamente, nos vimos rodeadxs por un pequeño círculo de vagabundxs, vendedorxs y pasajerxs insomnes. Adoptaron la primera posición y, tras pronunciar en voz baja las palabras mágicas: «Un-dos-tres, un-dos-tres-cuatro», se lanzaron a bailar. Cerca ya del bosque, la agarraron de pronto de ambos lados. Eran tres adolescentes, de piel oscura; es decir, unxs churki, como allí les llaman: término peyorativo para referirse a las personas originarias de las antiguas repúblicas bálticas de Asia central (Uzbekistán, Turkmenistán, etcétera). -Eso es -dijo Liudmila dirigiéndose al gato, y le plantó un beso en sus asquerosos morros. Seguramente no era la primera vez que lo hacía. -¿Qué ha pasado? -grité. -Ha cazado un ratón -respondió Liudmila -. Se lo ha comido. Y volvió a besar al gato en los morros. Los valientes duermen solos.

Liudmila Petrushévskaia, Dva tsarstva1991. [Hay trad. cast. de Fernando Otero: Érase una vez una mujer que quería matar al bebé de su vecina. pp. 253. Ediciones Atalanta, Maspou (Girona), 2011. Colección Ars Brevis. Prólogo: Jorge F. Hernández. Foto de la autora de Anastasia Kazakova. Esta primera edición se terminó de imprimir en la imprenta Tesys de Sabadell en marzo de 2011.]

 

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