Jacob Boheme

By mayo 29, 2018Sin categoría

Lvds. Boehme

Los valientes duermen solos nº 590

Jacob Boheme

Jacob Böhme (24 de abril de 1575 en Alt Seidenberg, cerca de Görlitz – 17 de noviembre de 1624 en Görlitz)

Newton, Novalis, Goethe, Schelling y Ernest Bloch admiraron los librosdifícil pensamiento de este desconocido filósofo 

El extraño zapatero Jacob Böhme, el misterio de su pensar y del sorprendente lenguaje en que lo expresa, pues nunca la magia, ni la mística fueron tan lógicas. Según Hegel, Böhme es «el primer filósofo alemán con un carácter propio». Su obra representa la continuidad de una tradición metafísica que culminó en el siglo XIII con Eckhart y, a la vez, una manera totalmente nueva de pensar y sentir lo humano y lo divino. Para Böhme, «Dios solo es el todo y el gran abismo que hay por todas partes». Dios es la nada que, anhelante de ser, se autoengendra eternamente y eternamente se engulle. Esta intuición le produce una «áspera melancolía y tristeza, viendo la gran profundidad de este mundo»; y contemplando en su espíritu la entera creación, encuentra en todas las cosas mal y bien, amor e ira, «y esto», dice, «me puso muy confuso y melancólico». Böhme saldrá de la melancolía filosófica –que le producen las limitaciones de la razón humana ante los abismos divinos– a través de un titánico proceso de pensar, sentir y expresar su visión mística. 

Bibliografía selecta

Jacob Böhme, de Isidoro Reguera (Ediciones Siruela, Madrid, 1774)
Aurora, de Jacob Böhme (Ediciones Siruela, Madrid, 2012)

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Jacob Böhme alimentó al inconformismo escocés y a los «comunes» ingleses; que robusteció a los grupos de cristianos libres y tolerantes de los Países Bajos; leído para resistir persecuciones y mantener la propia conciencia por quienes hubieron de buscar otros espacios, otras tierras donde poder vivir con dignidad; leído también por las gentes sencillas, a las que no se supo ni quiso ofrecer una forma religiosa convincente; que desencadenó el Idealismo alemán y hubo de hacerse atender cuando el materialismo se concibió dialéctica y socialmente. Hombres como Herzen y, más cerca de nosotros, Berdiaef y Ernst Bloch, María Zambrano y Ángel Valente presagiaban y predecían que Böhme iba a volver. Aunque en los últimos tiempos son no pocos los españoles e hispanoamericanos que lo leyeron, no se publicó hasta hoy (1979) ninguna versión castellana o catalana de una obra de Böhme. Bien quisiéramos poder decir que ésta es una más y no la primera. De todos modos, ahora ya, en esta nueva vuelta, gracias a Ediciones Siruela, circulará Böhme entre nosotros, en esta tierra donde la Metafísica revistió desde el Medievo también la forma de mística, de Mystica Theologia en la tradición de Plotino y el Areopagita, el Zohar y Llull, de san Juan de la Cruz y de Molinos. Para Böhme escribir era una operación misteriosa y alquímica: magia por la que fuerzas y formas, lo que se llama el ser o la vida, cobrando signo y cifra al transformarse en letra, pueden transponerse de cielo en cielo, de espíritu en espíritu. Y así, sólo escribía al coincidir su espíritu con el Espíritu, en plena concentración, describiendo lo que en sí y fuera de sí (al mismo tiempo) iba viendo, absorto en el ver y el sentir; sólo así escribía, pues sólo entonces cabía luchar con esperanza de decirlo, de crear la inmediatez misma, de decirlo tal como es ello en el mismísimo fondo y abismo de la Divinidad. De aquí arrancaba su conciencia de escritor y del poderío que el Espíritu concedió al escritor. Acordándose de que no era académico de formación, sabiendo que disgustaba a los profesionales de la enseñanza y del magisterio el que escribiera libros un zapatero, se agarraba a la pluma y al papel diciendo con orgullo y ternura: «Éste es mi obispado». Y también: «Ellos trabajan en lo suyo y yo en lo mío».

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