Los valientes duermen solos nº 988
El descenso (1940), de Anna Kavan
«Brian W. Aldiss dijo de ella que era la heredera de De Quincey y la hermana de Kafka. Anaïs Nin dijo que era una extraordinaria muestra de poder para explorar el sombrio universo de nuestros sueños, fantasías y sin razones. Y Doris Lessing dijo que no existe nada parecido a estos relatos. Aquí la soledad de la infancia se convierte en una realidad física tan alucinante como la de las almas en pena. Quizás por eso mismo no tuvo reparo en enseñar sus intimidades a plena luz del día..» Los valientes duermen solos. Lunes 16 de septiembre de 2019.
El descenso (1940), de Anna Kavan. Título original: Asylum Piece (1940) The State of Anna Kavan. La edición en edición publicado en Barcelona por Navona en septiembre de 2019. Traducción del inglés de Ainize Salaberri. Imagen de la cubierta: Emmanuele Mezzoni. Realización: La Letra. Impreso en Grazel Asociados. 147 pp. Rústica con solapas.
Esta colección de relatos, mayoritariamente interrelacionados y en gran parte autobiográficos, dibujan el camino descendente de la narradora desde el inicio de la neurosis hasta la prisión final en una clínica suiza. El retrato de la paranoia, de la persecución por parte de un enemigo o de una fuerza innombrada, recuerdan a El proceso de Kafka, escritor con el que a menudo se ha comparado a Kavan. Su estilo contenido y profundamente personal, sin embargo, aparecen lejos de ningún modelo. Y los personajes recurrentes –el inútil asesor de la protagonista, el amigo/amante que la abandona en la clínica o el surtido de engañosos compañeros– se nos muestran sin deje alguno de rabia, autocompasión o sentimentalismo.
La escritora inglesa Anna Kavan nació en Cannes (Francia) en 1901. La llamaron Helen Emily Woods y tomó el apellido de un padre que se suicidó cuando ella tenía 13 años. En esa época la familia residía en California y decidió instalarse en Inglaterra. En 1921, y tras dos años casada con Donald Ferguson, comenzó a escribir, pero no fue hasta 1929 que publicó su primera novela. Revelaciones biográficas apuntan a que en aquel tiempo llevaba tres años consumiendo heroína. En 1930 dejó de llamarse Helen Ferguson para la escritura y comenzó a firmar como Anna Kavan: era el nombre de uno de los personajes de su novela Let me alone. Diez años más tarde legalizó ese cambio. Siendo Anna Kavan escribió sus novelas menos convencionales, registró sus experiencias y alambicó los hechos en una escritura que mostraba perplejidad y lucidez para señalar la realidad, los conflictos mentales y los sueños más inquietantes. En su vida hubo viajes, la muerte de su único hijo, dos matrimonios fracasados, intentos de suicidio, internamientos en clínicas y una dependencia de la heroína. En 1968 la hallaron con una jeringuilla en la mano pero no parece que esa sobredosis fuera la causa directa de su fallecimiento.