Duane Michals

By marzo 23, 2019Sin categoría

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Los valientes duermen solos. Sueño nº 791

Duane Michals

“…EXPRESAR LOS PENSAMIENTOS Y OBSESIONES…”

«…Fotografías como las de Les Krims, o como las fotosecuencias narrativas de Duane Michals, donde se pretende que la imagen no sea ya un reflejo de lo acontecido, del «esto ha sido» barthesiano, sino un medio para expresar los pensamientos y obsesiones de los propios autores. De este modo, la composición de lo que se quiere contar se escenifica sin pudor, tal como ocurrió en la época pictorialista del siglo XIX, con Henry Peach Robinson y Oscar Rejlander, pero ahora sin el carácter moralizante, idílico y artesanal de entonces…» La construcción de la imagen a través de la fotografía. Hacia una nueva forma de narratividad. José Gómez Isla

Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología

Album. The Portraits of Duane Michals, 1958-1988, de Duane Michals. Publicado en Pasadena en mayo 1988 por Twelvetrees Press.

Las primeras fotografías de Duane Michals (McKeesport, Pennsylvania, 1932) datan de un viaje, en 1958, por la Unión Soviética, que realizó con una cámara prestada. A finales de la década se instaló en Nueva York, trabajó para revistas de moda y se especializó en los retratos de personajes de la cultura y del espectáculo. En 1966, insatisfecho con la imagen única, definió un lenguaje basado en las secuencias fotográficas, acompañadas, a partir de 1974, de textos. Ha publicado varios libros de variado carácter y ha expuesto en importantes museos, entre ellos el MoMA, The Art Institute of Chicago y The Smithsonian Institution.

La relevancia de Duane Michals en la fotografía de la segunda mitad del siglo XX viene dada por sus repetidos cuestionamientos del medio, tanto de su supuesta condición realista como de su capacidad narrativa; aspectos que intenta paliar mediante la extensión de la imagen autónoma en secuencias y su complementación con textos. Se abre con sus primeros trabajos de 1958 y concluye en 1996; asimismo da cabida a los cuatro géneros practicados por el autor: retratos, autorretratos, secuencias y foto-textos

Nadie diría, contemplando sus retratos de las gentes soviéticas realizados en 1958, que son la obra inicial de un autodidacta. Los sujetos enfrentados a su propia soledad en unos marcos espaciales lúgubres que Michals enfatiza mediante puestas en escena austeras son muy elocuentes de su capacidad para exteriorizar los sentimientos a través de la cámara. En sus autorretratos saca a la luz sus temores, sueños o recuerdos; lo hace con intensa ironía y transformando su identidad mediante un disfraz: Autorretrato con barba femenina, A la manera de David Hockney… Sin embargo esta eficacia expresiva no es suficiente para un autor que desea intensificar las reflexiones sobre el hombre y sus contingencias existenciales; dicho en otros términos Michals exige una mayor capacidad discursiva a la fotografía. Será entonces (1966) cuando recurra a las secuencias. A través de las mismas logra plasmar el transcurso temporal además de narrar acontecimientos reales o imaginarios; una técnica que después retomarán algunos artistas para sintetizar sus acciones. Pienso en Sophie Calle, de sensibilidad muy cercana a Michals en algunos trabajos.

Pero ya en 1974 dará un paso más al insertar discursos escritos junto a sus imágenes, incidiendo de facto en las limitaciones comunicativas no ya de la fotografía, sino de todos aquellos medios que operan con signos figurativos o naturales, algo que fue eje del debate de la semiología, todavía en auge en aquella década… En fin, la fotografía, nos dice Michals, hace visibles algunas cosas aunque también oculta otras. Sus resultados demuestran que pese a sus limitaciones una sensibilidad refinada como la suya es capaz de transmitir ideas y sobre todo, emociones.

Gracias al fracaso, Michals ha llegado a fórmulas tan propias como esos pies de foto en los que hace crecer el contexto de lo retratado, con escritos de intenciones filosóficas. La caligrafía cierra el significado de la fotografía, pero la imagen amplía la metáfora de lo escrito. Así sucede en la dolorosa imagen titulada El hombre desdichado (1976), cuenta la historia de quien tenía prohibido tocar a quien amaba. “Había sido declarado ilegal por ley. Poco a poco sus dedos de sus manos se convirtieron en pies. Comenzó a usar zapatos en las manos para ocultar su dolor. Nunca se le ocurrió violar la ley”, se lee. 

La obra de Michals es la de un curioso insaciable de ironía infinita. Insiste con el fracaso: “Mis fotos son sólo una aproximación de lo que quiero. Es como la poesía, una gran niebla. Cuanto más densa, más poesía”. Pero no ha sido poeta a tiempo completo. Nunca tuvo el más mínimo interés en tener un estudio, contratar personal o comprar el equipo necesario para tener un gran éxito comercial. Siempre vivió como un “profesional amateur”. “Mis ambiciones eran modestas. Mi plan era hacer lo que me encantaba y que alguien me pagara por ello. Así, no he trabajado en cincuenta años”, sonríe.

Hace años, andar de un lado para otro, esperando atrapar ese momento perfecto se consideraba la única manera de hacer una foto. Ha trabajado por encargo con revistas como Mademoiselle, Esquire,Harper’s Bazaar, Vogue, con empresas como Eli Lilly, Energizer, IBM, Microsoft, sin olvidar la portada del disco Synchronicity de The Police. Ha retratado a Truman Capote, René Magritte, Andy Warhol, Marcel Duchamp, Pasolini, Giorgio de Chirico, Marguerite Duras, Truffaut, Clint Eastwood, Scorsese, Madonna, Richard Gere, Sean Penn… “Los fotógrafos de alto nivel tienden a hacer el mismo retrato una y otra vez. Básicamente, siempre es la misma fotografía, sólo cambia la cara… El fotógrafo debería abordar cada sesión como si nunca hubiera hecho un retrato antes. Debería sorprenderse de lo que ha hecho”, cuenta a la comisaria, en el catálogo de la exposición de Mapfre.

Eso es lo que ha hecho toda su vida, imaginar como sería una fotografía lejos de la fotografía. Asaltar todos los axiomas, romper los mandamientos, inventar formas para ver temas que a menudo son “no fotografiables”. Con cada trabajo se ha liberado de los clichés, para ser más libre. Así pasó con las secuencias. “Eso me liberó de la tiranía del instante decisivo. Hace años, andar de un lado para otro, esperando atrapar ese momento perfecto se consideraba la única manera de hacer una foto. Así que cuando enseñaba las secuencias, la gente no sabía de qué se trataba. ¡Todo lo que hago es una liberación!”.

La secuencia le dio movimiento a la imagen y el texto le puso voz. Y ambas cosas lo liberaron de la tiranía del momento: «Amplié el instante decisivo a seis o siete instantes», sostiene. Y dio al traste con aquello de que una imagen vale más que mil palabras. El atrevimiento no gustó a sus colegas, conocida es la anécdota protagonizada por Garry Winogrand cuando huyó de la primera exposición de Michals, en 1963, al grito de «¡Esto no es fotografía!». Rechazo que a él le dio igual. El hecho de ser un ‘outsider’, de no haber estudiado nunca fotografía, le ha dado libertad y le ha permitido alejarse de las prácticas habituales.

El humor y la ironía le dan ritmo a sus imágenes, y digestión. Hace más ligeros y comprensibles los complejos conceptos que aborda, temas que van de lo existencial a lo político pasando por la metafísica y la espiritualidad. Ahí están la vida y la muerte, la condición humana, la sociedad, el racismo, la emancipación de la mujer, la homosexualidad, la religión y la guerra, además de su propia historia y el mercado del arte. Este último concepto tratado con una ironía hilarante presente ya en el título de la serie: ‘De cómo la fotografía perdió su virginidad camino del banco’.

El tema tiene apartado propio en una muestra que acaba con 15 cortos de cine, su trabajo más reciente y empieza con dos declaraciones: «Estas son las fotos que cambiaron mi vida», que luce junto a las imágenes que tomó con una cámara prestada durante su primer viaje al extranjero, a la URSS en 1958. Y «Estos son mis héroes», máxima escrita junto a retratos de Magritte, Balthus y De Chirico, los artistas que más le han influido junto a su colega, también presente, Eugène Atget. Lvds_Duane Michals