Antonin Artaud

By enero 8, 2019Sin categoría

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Los valientes duermen solos. Sueño nº 765

Antonin Artaud

“…NO HE RECIBIDO NINGÚN EJEMPLAR…”

«…Me acaba de llegar la noticia de que Le Théatre et son Double que había aparecido en 1938 en la colección «Metamorphoses» con una tirada de 300 ejemplares acaba de ser editado en estos últimos tiempos con  una tirada de 3.000 ejemplares. Ahora bien, yo no he recibido ningún ejemplar ni de la primera edición ni de las más reciente. Desde 1937 estoy internado, pero quisiera, cuanto menos, tener algunos ejemplares de mis propias obras…»  Cartas desde Rodez, II, de Antonin Artaud. Antonin Artraud a Gaston Gallimard. Rodez, 11 de enero de 1945. Página 25.

Bibliografía selecta

El teatro y su doble, de Antonin Artaud. Título original: Le thêâtre et son double. Publicado por Gallimard en París en 1938. Publicado en español por Edhasa en Barcelona en enero de 1978. Traducción de Enrique Alonso y Francisco Abelenda. Diseño de la cubierta de Xavier Olivé y Josep C. Bagà. Fotografía: Man Ray, Photographe, de Philippe Sers éditeur, en París en 1981. Impreso por Romanyà/Valls.

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Antoine Marie Joseph Artaud (4 de septiembre de 1896 en Marsella – 4 de marzo de 1948 en Ivry-sur-Seine) 

Antonin Artaud, que padeció toda su vida trastornos neuropsiquiátricos, comenzó muy pronto a escribir y dibujar, se convirtió en uno de los protagonistas centrales de los primeros años del Surrealismo hasta su exclusión de la ortodoxia bretoniana en 1927, fue un gran impulsor de proyectos teatrales, destacado actor de teatro y de cine, y brillante teórico del arte y del teatro. Un creador contemporáneo: de 1924 a 1935 intervino en 21 películas, con interpretaciones memorables, bajo la dirección, entre otros, de Abel Gance, Dreyer, Fritz Lang o Pabst… Un creador total: ninguna dimensión creativa le fue ajena. Pero un creador total que extraía su fuerza de los registros más profundos de su intimidad. En pocos artistas resulta tan central el papel del yo en sus obras como en Antonin Artaud, en último término hijo tardío del romanticismo.

Los impresionantes autorretratos, dibujos que reproducen el yo sufriente, en carne viva, que abren la exposición, nos sitúan de inmediato ante un espejo: el rostro de las tinieblas, la experiencia de la perturbación y el dolor, en los que nos reconocemos como humanos. Todos formamos parte. De ahí la necesidad de regenerar el teatro, de rastrear su trasfondo ceremonial, para trascender la banalidad cotidiana de espectáculos y escenarios. “El teatro -escribió Artaud- es la Tierra de Fuego, las lagunas del Cielo, la batalla de los Sueños”. Un teatro que busca su doble en la vida, que se concibe como el lugar de la identificación y el sacrificio, y por eso se le da el nombre de teatro de la crueldad. De ahí, también, la necesidad de rastrear, en el arte, la oposición dentro/fuera: “El cuerpo bajo la piel es una fábrica recalentada, y fuera el enfermo brilla, luce por todos sus poros estallados. Como en un paisaje de Van Gogh a mediodía”. Como trasfondo de todo: del yo, del teatro, de la representación artística, está el cuerpo. Quizás aquí resida la dimensión más radical del legado de Artaud, en este punto equiparable tan sólo a la escritura de Kafka. Porque la corporalidad de donde todo brota es, en Artaud, la corporalidad inscrita, estructurada y atravesada por el lenguaje. Resulta emocionante ver en la exposición el martillo roto que utilizaba para ensayar o martillear sus textos: Nietzsche al pie de la letra. También utilizaba el impacto de un cuchillo sobre la hoja escrita, y también esto puede verse en la exposición. Cuerpo y escritura íntimamente fundidos. El 31 de enero de 1948, a poco más de un mes de su muerte, escribió: “Caigo, caigo, pero no tengo miedo”. Lo dejó escrito.

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