White Subway. William Burroughs

By septiembre 1, 2018Sin categoría

Lvds_White subway 1Los valientes duermen solos nº 673

White Subway. William Burroughs (Aloes Press, Londres, 1973) 

“Después de que Burroughs abandonase Grove Press, su sello editorial de siempre, Viking Press, publicó Exterminator! La cubierta era austera y sencilla. Una cucaracha flota en la esquina inferior izquierda. Tanto el título como la ilustración hacen referencia al viejo empleo de Burroughs, que trabajó como exterminador para la compañía de Chicago A.J. Cohen Exterminators durante algunos meses. La idoneidad entre su trabajo y obra resultó tan pasmosa que, en 1973, Aloes Press decidió incluir una estupenda cubierta para la primera edición de su libro El metro blanco. En ella vemos la fachada de un edificio presidido por un inmenso cartel que reza EXTERMINADORES, junto al título de la obra, que aparece desplegado en una puerta.

Primera edición: 1000 copias firmadas por William Burroughs. Edición española: Pre-Textos, Valencia, 1977. Pre-Textos nº8. Traducción de Francisco Sanz. Cubiertas originales en rústica de Josep Hortolà & M. Ramírez sobre foto de Max Blagg. 100 p. 2 h. Ilustraciones y material fotográfico b/n cedidos por Jim Pennington.

Exterminator! recopilaba treinta relatos breves, algunos de los cuales ya habían aparecido en revistas. Sin embargo, el libro se presentó como si fuese una novela, incluso su cubierta parecía negar lo evidente al incluir la advertencia de «Una novela». No era cierto. Cada relato poseía una vida separada del resto, aunque como en toda su obra, podían verse conexiones y referencias autobiográficas.

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Burroughs vivía prácticamente recluido desde 1981 en la remota localidad de Lawrence (Kansas), lejos del mundanal ruido literario. Un año antes de su muerte había declarado al diario The New York Times que ya no escribía porque no tenía más cosas que decir. 

Puede discutirse quiénes fueron los integrantes más representativos de la generación beat, el grupo de escritores y artistas de EE UU que definieron la contracorriente cultural de la segunda posguerra mundial, pero lo cierto es que Burroughs era, junto a Jack Kerouac (fallecido en 1969) y Allen Ginsberg (que murió en abril del presente año) el tercer vértice de una trilogía esencial. De hecho se cree que fue Burroughs quien introdujo el término beat y quien animó a sus compañeros a escribir mientras él se dedicaba a otro tipo de tareas a pie de calle que hicieron de su biografía una de las más alucinantes de este siglo.William Seward Burroughs nació en Saint Louis (Misuri) el 5 de febrero de 1914, estudió literatura y antropología en Harvard (Massachussets) y luego viajó a Europa, donde se casó con una judía alemana para sacarla de Yugoslavia y posteriormente divorciarse. De regreso a Nueva York, trabajó como barman, detective privado y como exterminador de cucarachas (experiencia a la que luego dedicaría un libro, El exterminador), pero sobre todo, se sumergió en el submundo de la droga y la prostitución masculina; se dice que uno de sus compañeros de fatigas de esa época acuñó el términobeat, y Burroughs se lo propuso a sus amigos Kerouac y Ginsberg, que eran entonces inquietos estudiantes en la Universidad de Columbia.

Adicto a la heroína desde 1944, Burroughs se casó con Joan Vollmer y se fueron a vivir a México. Un día, él le pidió a ella que se pusiera un vaso de agua en la cabeza para practicar con una pistola, como en un juego a lo Guillermo Tell, pero se le fue la mano y la puntería y la mató de un disparo en la frente. Cumplió una breve pena, por homicidio involuntario.

Años después, Burroughs escribiría que nunca habría sido escritor de no ser por ese incidente. «Vivo con la constante amenaza de la posesión y con la constante necesidad de escapar», confesó. «La muerte de Joan, me puso en contacto con el invasor, y me llevó a una lucha vital de la que no tenía más opción que salir a base de escribir». Burroughs dijo en diversas ocasiones que su vida era una constante lucha contra su lado oscuro. Reconocido homosexual y pedófilo, tuvo un hijo con Joan Vollmer que murió en 1981 a causa de una cirrosis.

En 1953, bajo el seudónimo de William Lee, Burroughs había publicado su primer libro, Yonki, un relato sobre sus experiencias con la droga dura que cayó como una bomba en la sociedad ultrapuritana del momento. Su obra maestra, El almuerzo desnudo, la escribió también bajo los efectos de la heroína en Tánger -fue precisamente su amigo Jack Kerouac quien la transcribió a máquina- y se publicó en Francia en 1959 (no llegó a EE UU hasta los años 60 por problemas con la censura). Narración anárquica, desordenada y autodestructiva, se convirtió en uno de los textos literarios de mayor influencia en la segunda mitad del siglo XX. Dió título, también, a una película de David Cronenberg en 1991 que no es una adaptación estricta sino una versión libre de la vida del autor.

El resto de sus novelas, o bien fueron ignoradas por la crítica o bien se editaron en limitadísimas tiradas que se agotaron pronto. La máquina blanda y Nova Express, entre otras, eran experimentos de collage con textos de diverso origen. Pero sus escritos, diarios, entrevistas y testimonios en distinto formato conforman hoy una autobiografía informe y casi inabarcable. Algunos de estos textos serán publicados a título póstumo el año que viene, aprovechando el reciente tirón editorial de varias reediciones de sus libros.

En los últimos años de su vida retomó una de sus grandes aficiones, la pintura, sin dejar de lado su carácter provocador pues utilizaba con frecuencia algunas de sus pistolas para disparar contra los botes de pintura en una peculiar forma de concebir el arte creativo. Su última aparición pública fue el año pasado, cuando se le rindió un homenaje en la Universidad de Lawrence (Kansas). En ese pueblo descansaba Burroughs desde 1981, dedicado a la pintura y la fotografía y a su otra gran afición: disparar armas de fuego en los bosques de la zona. A pesar de tener un triple bypass en el corazón desde 1991, Burroughs parecía seguir en relativa buena forma física y en posesión de su peculiar lucidez mental.

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