Homemade in

«La ventana de mi habitación da como si estuviera en un callejón sin salida. Salgo de aquella luz amarilla. Salgo por una puerta que daba pena verla. Estaba conmigo vagando entre aquellos edificios desposeídos de colores y de vida. Siento como la tinta de mi rotulador se aglomera, corre y de nuevo es absorbida por el esófago de las calles. Bajo al andén, donde los vagones se deslizan por los raíles, chirriando, estridentes en las curvas de mi trazo. Es un juego que fácilmente puede tomarse por frivolidad y que se ha expuesto a bastantes y muy arrogantes críticas por parte de desacostumbrados con tendencia clara a ridiculizarlo por su superficial inclinación a caer en la simple vulgarización. Por el contrario, mi trazo pretende pertenecer sin ningún tipo de ambición estúpida por embellecerlo. La pintura violenta espacios, volúmenes y luz. A falta de enseñanza; libertad. La intención era estética y entretenida, frustrada, irónica, pobre, descuidada, arriesgada, fragmentada, complicada, ambivalente, indeterminada, inacabada. La tinta no puede valerse por sí misma sin un paisaje abandonado; basura, en el cual se puede intervenir con transitorios collages. Mis construcciones ni siquiera intentan compensar todo aquello que es residual y vulgar. Para exaltar el espacio, hay que mezclar el presente y lo que no existe de él. En medio del caos que reina, lo importante es dominarse. La mancha circular de la luz eléctrica se mueve en las paredes oscuras. Cuando miro, hay solo mi sombra. Me imagino lo que será cuando todos vengan en tropel aquí. Es solo cuestión de tiempo. Si no es hoy, será mañana. Me piden que sea más delicado de lo que suelo ser. Para mí, sigue siendo todo demasiado oscuro. La tinta cae con estrépito. Cae también la noche…» 

Texto, rotuladores hechos a mano y fotografías por Thabeat Valera (Los valientes duermen solos). Barcelona, 8 de mayo de 2019.