Peter Campus

By febrero 18, 2019Sin categoría

Lvds_Peter Campus 1Los valientes duermen solos. Sueño nº 781

Peter Campus

“…PERCIBIRSE A SÍ MISMO A TRAVÉS DE LA MIRADA…”

«…Three transitions (Tres transiciones, 1973) lleva a la práctica el procedimiento de percibirse a sí mismo a través de la mirada, a partir de tres autorretratos. En los minuta que dura la grabación, el espectador accede a una radiografía del autor. Presenta tres acciones sucesivas en las que él es  el único protagonista. Busca reflejar la realidad interna y externa de sí mismo. En la primera acción se abre la espalda mediante un puñal que va desde el pecho y sale de su propio cuerpo como en un proceso de regeneración. En la segunda, la mano derecha frota su rostro y, como si fuera una goma, lo va borrando para permitir que aflore de nuevo su cara por debajo. En la tercera, muestra la desaparición paulatina de su rostro y concluye quemando la imagen de su cara como si fuera una fotografía de papel, hasta que sólo queda una profunda oscuridad. De este modo ha eliminado todo lo accidental para dejar sólo el verdadero yo…» Capítulo: Nuevas tecnologías artísticas Video Arte, de Pascual Patuel. Página 112

Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología

Arte actual, de Pascual Patuel. Publicacions de la universidad de València en 2016. Ilustración de la cubierta: Jean Michel Basquiat, Julio césar sobre oro, 1981. Maquetación y diseño de cubierta por JPM Ediciones.

Peter Campus (1937 en Nueva York) es uno de los más importantes pioneros del videoarte. Sin embargo, la naturaleza de sus obras —con instalaciones especialmente complejas— ha limitado siempre su presentación. Esta exposición, su primera individual tanto en Francia como en España, es, al menos en esto, excepcional. Desde las instalaciones en circuito cerrado y los vídeos realizados a partir de 1971, hasta las obras más recientes, en todas se exploran los procesos de percepción y de visión en los que se basan las particulares características de la imagen electrónica y después digital. El visitante entra en un lugar donde vivir una experiencia, donde participar y arriesgar algo de su propia imagen; sin la intervención del espectador la obra no se activa, no tiene lugar. Gracias al directo, los dispositivos “interactivos” de la década de 1970 forman diferentes enigmas en los que los dobles de uno mismo no coinciden nunca, en los que la relación con la propia imagen es siempre problemática. A partir de 1978, Peter Campus decide abandonar su estudio y dedicarse en exclusiva a la fotografía. A partir de entonces, su taller será la naturaleza. Cuando vuelve al vídeo en 1996, se encuentra con el medio digital, con equipos mucho más ligeros. Sus obras cobran un carácter íntimo y poético, aunque siguen siendo experimentales. En 2007, decide realizar “videografías” -planos fijos sin montaje- de los paisajes de Long Island que le son familiares. Trabaja entonces durante varios años con el formato digital de las imágenes, de forma que al tratar los píxeles en movimiento les confiere un cierto grado de abstracción que compromete al espectador en un nuevo ejercicio de percepción e interpretación. Su intensa relación con el lugar elegido y su atención a la luz, al color y al marco, alcanzan su máxima expresión en su obra más reciente, realizada para esta exposición. Rodada en ultra alta definición (4K) en un enclave natural, la mirada del visitante interactúa aquí con la sensibilidad y la emoción de otro, del artista. Peter Campus afirma que “El vídeo nunca me abandonó”, que es su medio. video ergo sum.

En la pantalla el espectador encuentra algo parecido a un espejo, pero algo ocurre con su reflejo; lo que ve es una imagen tomada por una cámara que proyecta simultáneamente en directo y con tres segundos de desfase, de tal forma que un mismo gesto se descompone, como mínimo, en dos imágenes diferentes. A mayor movimiento, mayor halo casi fantasmagórico del antes sobre el ahora. Tal vez no moverse, no hacer nada en absoluto, sea la única vía posible para sentirse de una pieza. Tal vez da un poco de vértigo pararse a pensar hasta qué punto es imposible separar el presente del pasado, considerarlos abstracciones distintas. «Aunque a la mayoría de la gente lo que le gusta es jugar», se ríe Peter Campus junto a la pantalla de la instalación, creada en 1973 y titulada Anamnesis. El carácter lúdico -o interactivo, si se prefiere- es ciertamente un rasgo central de mucha de sus obras, especialmente las de su primera etapa. Pero siempre subyacen en ellas «reflexiones profundas», a veces inquietantes, siempre introspectivas, que afloran mediante los procesos meramente físicos que muestran/propician sus vídeos. Peter Campus reunió una parte muy significativa de su trabajo en la exposición Video ergo sum. Que «no es exactamente una retrospectiva», puntualiza su comisaria, Anne-Marie Duguet; pero casi como si lo fuera, tercia Juan Antonio Álvarez Reyes, toda vez que las obras seleccionadas en esta muestra, la más exhaustiva dedicada hasta ahora al artista en Europa, aportan «las claves al completo» para entender el significado y la importancia de la obra de este neoyorquino nacido en 1937.

El primer apartado de la exposición recoge piezas de los años 70, instalaciones de vídeos realizados muchas veces con cámaras de videovigilancia y en los que Campus, empleado de un estudio de cine durante varios años antes de probar suerte como artista, se sirvió de técnicas hoy hiperexplotadas, pero entonces radicalmente nuevas, como el croma. Es el caso de Tres transiciones, una de sus piezas más conocidas e incluida en Video ergo sum, donde Campus, en primer plano, con mirada ausente, se borra la cara al tocarla con sus dedos, que dejan un vacío en el que va surgiendo un nuevo rostro; o raja la pantalla, confundida con su espalda, por donde asoma otro Campus. También hay varias obras que tienen, como la instalación apuntada al principio, una clara vocación especular. En Interfaz, proyectando simultáneamente sobre una pantalla una imagen de espejo y otra de vídeo en directo, el artista enfrenta de nuevo al espectador a desdoblamientos de su imagen y a la imposibilidad de la unidad; lo mismo ocurre en Cavidades ópticas, donde el visitante, en un perímetro delimitado por cuatro pantallas y grabado por otras tantas cámaras, experimenta la sensación de verse inevitablemente fragmentado, como una especie de obra cubista viviente. «Son obras muy influidas por mis estudios de Psicología», explica el artista, que en su primera etapa dirigió su mirada «hacia dentro» con tanto empeño, tan obsesivamente, que tuvo que abandonar esa vía porque se le había vuelto «autodestructiva». Esa oscuridad se percibe con especial intensidad en la turbadora Cabeza de hombre que piensa en la muerte, un vídeo en el que un actor amigo del artista, filmado en un tenso primer plano, interpela al espectador, casi le reta -«eso buscaba, sí: confrontación»-, clavándole la mirada prácticamente sin pestañear durante 12 minutos.

El neoyorquino realizó el grueso de estos primeros trabajos entre 1971 y 1976, bajo el influjo de los primeros trabajos en vídeo de Bruce Nauman y del cineasta Andréi Tarkovski y su tratamiento de «la duración, más que el tiempo cronológico». Al cabo de esta etapa, que no le deparó mucha felicidad, el artista sintió que había llegado a una fase de agotamiento expresivo y se volcó en la fotografía. No volvió al vídeo hasta 1996. Esta última etapa es la que recoge el segundo y último bloque de la exposición. «Hubo una ruptura muy clara: dejé de mirar hacia dentro para volcarme hacia el exterior», explica Campus, que no abandonó su profunda necesidad de introspección pero la canalizó de otro modo: convirtiéndose en un «paisajista». «Voy a un sitio e intento vaciarme de pensamientos. Al principio era más visceral, pero los años me han hecho más distante. En todo caso -dice-, sigo intentando conectar al espectador con algo que va más allá del lenguaje; para mí, el trabajo artístico sigue siendo sobre todo emocional». Son obras de imágenes mucho más pulcras, en alta definición y ultra-alta definición o 4K, como es el caso de una obra de estreno absoluto en Sevilla, La jetée, realizada este mismo año e inspirada por «la misma idea de colapso de la civilización, de bucle final de las cosas» que se respira en la película de ciencia-ficción del mismo título que rodó Chris Marker en 1962. A veces, las obras de esta última etapa parecen una suerte de pintura por otros medios. Él las llama «videografías», obras en las que conviven sin paradoja el movimiento y la quietud. En Una ola (2009) y Granero de Northfolk (2010), el artista pixela hasta la abstracción sendos motivos, que registran un movimiento por instantes casi imperceptible. Por el contrario, hay otros trabajos también «contemplativos» pero de naturaleza realista, como Convergencia de imágenes en el puerto (2016); filmadas en 4K, cuatro pantallas sincronizadas muestran nueve escenas portuarias que en su extremo detallismo pretenden propiciar «sensaciones puras». Video ergo sum incluye también algunas obras meramente fotográficas del artista, pertenecientes a esa etapa bisagra en la que abandonó el opresivo interior para mirar y sentir hacia fuera. En la serie Sólidos de luz, la principal muestra de esa etapa, se proyectan sobre la pared cuatro fotografías de piedras que Campus recogió durante sus paseos por la playa en Rhode Island. El proceso se había completado ya: las piedras ya ni siquiera son piedras, son un cerebro, un corazón, la luna, el cosmos.

https://www.youtube.com/watch?v=Ar99AfOJ2o8

Three Transitions (Tres transiciones) es una de las obras más influyentes del videoarte. Fue concebida en la década de mayor intensidad creativa de Peter Campus y, por el carácter pionero de sus contenidos, se ha convertido en una de sus obras más reconocidas. El vídeo se organiza en tres ejercicios cortos o «transiciones» en los que Campus ensaya diferentes trucajes visuales y espaciales. A lo largo del vídeo, el artista se desdobla y superpone tomas de su propio cuerpo a las que hace interactuar gracias a la técnica del croma. Three Transitions fijó muchos de los paradigmas utilizados de manera recurrente por Campus a partir de ese momento, en particular su posición ensimismada como sujeto y objeto de la imagen, así como el uso de los recursos del medio para reflexionar sobre la percepción y la identidad. La realización del vídeo coincidió con la estancia de Campus en Boston como artista en residencia del programa experimental del New Television Workshop patrocinado por la agencia de radiodifusión WGBH. Debido a su carácter innovador, la WGBH desarrollaba una activa política de apoyo a la experimentación visual de los artistas de la primera generación del videoarte.

Lvds-Peter Campus