Noches de adrenalina, de Carmen Ollé

By octubre 22, 2019Sin categoría

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Los valientes duermen solos nº 1032
Noches de adrenalina (2015), de Carmen Ollé

«Por los cenáculos poéticos de América Latina y, entre las brumas de esas catacumbas donde se declaman versos en Buenos Aires, Ciudad de México, Bogotá o santiago encontrarán a quienes recitan de memoria fragmentos de “Noches de adrenalina” libro editado en Lima en 1981 y cuyo contundente mensaje salta de una generación a otra: supuso una ruptura e inauguró la tradición de toda una nueva generación de mujeres que escriben no solo con el cuerpo, sino con las vísceras: el útero, los ovarios, los intestinos, el cerebro (como reivindicara Hélèn Cixous. Carmen Ollé (Lima, 1947) fue atraída por la vida marginal, los pobres, los acholados, lo lumpen… le parecía un mundo auténtico. El mítico poemario sedujo a Bolaño. Uno no puede evitar ver a los editores del poemario, Ediciones Sin Fin, como los amigos de Bolaño, no solo porque lo han sido y mucho (el poeta más alto de esta ciudad, Bruno Montané Krebs, esccribió a cuatro manos con él, fundaron el infrarealismo juntos y hasta aparece como personaje en algún libro), sino, porque, repasando el catálogo de este exquisito y alternativo sello, uno ve a muchos de aquellos autores que, a pesar de resultar desconocidos, Bolaño usó su prestigio para reivindicar, como el argentino Osvaldo Lamborghini (cuyo El fiord deja al realismo sucio como un ejercicio de patio de ursulinas). El primer volumen publicado por la editorial, en 2012, y donde toman el nombre, es Sueño sin fin, del tercer padre infrarealista, Mario Santiago Papasquiaro. Montané trató personalmente a Ollé en su paso por Barcelona: “Sí, aquí junto con Roberto los vimos aquí, a ella y su marido, el poeta Enrique Verástaegui”.» Los valientes duermen solos. Lunes 21 de octubre de 2019.

Noches de adrenalina (2015), de Carmen Ollé. Publicado en Barcelona por Ediciones Sin Fin en 2015. Prólogo de Dunia Gras Miravet.

Esta voz poética hecha cuerpo encarna, asimismo, una peculiar ‘tradición de la ruptura’, tomando prestado el término acuñado por Octavio Paz, productivo y sugerente, y que remite a esa forma particular de seguir, pero también cuestionar, la tradición que se engarza”. El lector de Noches de adrenalina se convierte en voyeur, verso a verso, hipnotizado por la imagen que emerge de sus páginas. La poeta, Carmen Ollé, en la mitad del camino de su vida, como una nueva Dante, viaja de la mano de sus autores favoritos por el Infierno, Purgatorio y Paraíso del proceso de crecimiento como escritora y mujer. La autora se abre en canal en este texto, sin pudor, mostrando un cuerpo hecho palabra frente al espejo del poema. Los versos de Noches de adrenalina captan a la poeta en un momento de meditación y de creación, como si se tratara de una instantánea, o de un cuadro impresionista, de la mano de un Manet, un Cezanne o un Van Gogh, o quizás un retrato pop melancólico a la manera de Warhol, cuyo título bien podría ser «mujer que atraviesa un verano desolado». Aunque tan desolado como productivo. Si hubiera que escoger una palabra sola para definir Noches de adrenalina, habría que seguir el ejemplo de la propia autora y elegir la palabra «desnudez». 
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