Los valientes duermen solos nº 952
L’Art chez les fous (1907), de Marcel Réja
«El Dr. Paul Meunier (bajo el seudónimo de Marcel Réja) escribe el «Arte de los locos», dibujo, prosa y poesía. En este texto plantea el dilema ¿los artistas se vuelven locos o los locos devienen artistas?» Los valientes duermen solos. Jueves 1 de agosto de 2019.
L’Art chez les fous (El arte de los locos), de Marcel Réja. París: Soxcieté du Mercure de France, 1907, 18 x 12 cm.
El primer museo dedicado a este tipo de arte fue inaugurado en 1905 por el médico jefe de la clínica de Villejuif en Francia, Auguste Marie, para el que trabajaba Paul Meunier. Además, Marie publicó un artículo con numerosas ilustraciones en una revista divulgativa con motivo de la apertura de su “Musée de la folie”18. Todas estas manifestaciones, al igual que el libro de Meunier, fueron bien acogidas por el público. No obstante, el interés por el arte de los enfermos mentales aumentó considerablemente a partir de 1911. Esto ha sido interpretado por el investigador Sander Gilman como consecuencia de la popularización del término “esquizofrenia”,19 que había sido introducido en 1911 por Bleuler para denominar lo que antes se conocía como “dementia praecox”. Según las nuevas teorías, el sujeto esquizofrénico sufría una alteración de la percepción de sí mismo, lo que se podía deducir de la naturaleza de su arte.
La idea de que la alteración de la percepción, propia de la esquizofrenia, tenía un efecto liberador, que podía repercutir positivamente en la creatividad del artista fue desarrollada teóricamente por los surrealistas, sobre todo por André Breton20. Sin embargo, el primer movimiento artístico que se interesó vivamente no sólo por el tema de la locura, sino también por la producción artística de los enfermos, fue el expresionismo. La fascinación de los expresionistas por el nexo existente entre creatividad y locura tiene que situarse en el contexto de su búsqueda de lo genuino en el arte, es decir en relación con su apreciación del arte “primitivo”. En este sentido menciona Paul Klee en 1912 el arte de los enfermos mentales entre los modelos seguidos por el grupo expresionista “Der blaue Reiter”: “Intentaré tranquilizar al que no sea capaz de relacionar las obras que componen la exposición [la primera exposición de “Der blaue Reiter”, en la galería muniquesa Tannhäuser, 1911] con alguna predilecta de algún museo, ni siquiera con un Greco.
Pues hay que decir que además hay para el arte orígenes primordiales [Uranfänge], como los que fácilmente encontraríamos en un museo etnográfico, o en casa, en el cuarto de los niños (no te rías, amable lector). Porque también los niños saben hacer ese arte, y ello en nada menoscaba los esfuerzos artísticos más recientes, antes bien esa situación encierra una sabiduría positiva. Cuanto menos instruidos están esos niños, más instructivo es el arte que nos dan, porque incluso aquí entra en seguida la corrupción, cuando los niños empiezan a absorber obras de arte desarrolladas e incluso a imitarlas. Fenómenos paralelos son los dibujos de los enfermos mentales, y por lo tanto también hay que rechazar la palabra “trastornado” como calificación adecuadamente despectiva [del arte nuevo]. Lo cierto es que esas diversas cosas habría que tomarlas más en serio que las colecciones de todos nuestros museos de arte, si verdaderamente queremos reformar el arte de hoy. Hay que llegar así de lejos para no caer en un arcaísmo superficial”