José Val del Omar

By mayo 16, 2018Sin categoría

LVDS. Val del Omar 3

Los valientes duermen solos n° 585
José Val del Omar

(27 de octubre de 1904 en Granada – 4 de agosto de 1982 en Madrid)

Val del Omar es magnífico y grotesco, kitsch puro, pero a una escala en la que el kitsch se convierte en fantástico, abrumador

«Los días de aquel VHS de entonces (1999) empezaron a hacerse más fríos. El videoclub La Papaya Verde (situado en la calle Julià Porter, número 8 del barrio gótico de Barcelona) y algo de mí nos habíamos propuesto no enamorarnos el uno del otro, pero es probable que, sin que me hubiera dado cuenta, hubiese transgredido los límites impuestos. En la balda de arriba se encontraba una cinta en VHS titulada «Val del Omar sin fin (1992)». La llevé a casa, como siempre, nos besamos, como siempre, no nos dijimos adiós. Y allí tuve el encuentro más extraño que haya podido tener en esta vida. Después de Val del Omar no exista ya nada así en el mundo. De tanto mirar aquella extravagancia colosal me quedé helado. El bailaor Vicente Escudero que, en aquel entonces vivía en el mismo edificio de la plaza Real que nuestro historietista y pintor Nazario, es quien hace el repiqueteo de dedos y uñas que aparece en la banda sonora de Fuego en Castilla. Es imposible describirlo, es preciso verlo con los ojos.»  LVDS. Diciembre de 1999.

El cine más inclasificable del arte español, el de Val del Omar, renace no sólo en el Reina Sofía. Inventor, grafista, «extraordinario artista de la cámara», según Luis Cernuda; un poeta del cine, de la técnica o de los medios para otros. De lo que no hay duda es de que José Val del Omar es un creador maldito, de culto, difícilmente etiquetable de las orografías vanguardistas.

Filmografía selecta

Estampas (José Val del Omar y otros «misioneros», 1932, 13 minutos, blanco y negro, muda, 16 mm)
Fiestas Cristianas / Fiestas Profanas (1934-35, 51 minutos, blanco y negro, muda, 16 mm)
Vibración de Granada (1935, 20 minutos, blanco y negro, muda, 16 mm)
Película Familiar (1938, 8 minutos, blanco y negro, muda, 16 mm)
Aguaespejo Granadino (1953-55, 21 minutos, color y blanco y negro, 35 mm)
Fuego en Castilla (1958-60, 17 minutos, color y blanco y negro, 35 mm)
Acariño Galaico (1961/1981–82/1995, 23 minutos, blanco y negro, 35 mm)

Bibliografía selecta

Val del Omar, María José & Sáenz de Buruaga, Gonzalo (edición), Val del Omar, sin fin (Diputación de Granada / Filmoteca de Andalucía, Granada, 1992)
Sáenz de Buruaga, Gonzalo (edición), Ínsula Val del Omar (Consejo Superior de Investigaciones Científicas / Semana de Cine Experimental, Madrid, 1995)
Sáenz de Buruaga, Gonzalo (edición), Galaxia Val del Omar (Instituto Cervantes, Madrid, 2002)
Sáenz de Buruaga, Gonzalo (edición), Val del Omar y las Misiones Pedagógicas (Publicaciones de la Residencia de Estudiantes / Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, Madrid / Murcia, 2003)
Gubern, Román, Val del Omar, cinemista (Diputación de Granada, Granada, 2004)
González Manrique, Manuel J., Val del Omar, el moderno renacentist (Fund. Ibn al-Jatib, Loja, Granada, 2008)
Val del Omar, José, Escritos de técnica, poética y mística (Ediciones La Central / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía / Universidad de Navarra, Barcelona, 2010)
Val del Omar, José, Tientos de erótica celeste (Diputación de Granada, Granada, 2012)
Viver, Javier, Laboratorio de Val del Omar (una contextualización de su obra a partir de las fuentes textuales, gráficas y sonoras encontradas en el archivo familiar, Madrid, 2010)
LVDS. Val del Omar 1

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Val del Omar se dedicó en gran parte a la exploración tecnológica, tanto en aspectos concernientes al cine y a los retos planteados en su tiempo (cine sonoro, en relieve, en color, en pantalla ancha, etc.), como en la electroacústica, la radio, la televisión y las aplicaciones educativas de los medios audiovisuales. Algunas de sus invenciones pretendían soluciones prácticas en la España de Franco, pero otras se adentran en la noción de espectáculo total, con un instinto visionario insólito, como el desbordamiento de la pantalla y la persecución de un Cubismo acústico y visual mediante el sonido diafónico, envolvente, y la «tactilvisión», con sus técnicas basadas en una iluminación pulsatoria.

La exposición aborda en su conjunto la creación y el entorno del artista, mediante la exhibición de documentos, fotografías y películas relacionadas con sus actividades desde los años de la Segunda República, vinculado con su experiencia en las Misiones Pedagógicas, la Guerra Civil o la invención tecnológica en los campos de la imagen y el sonido. Val del Omar ideó distintos sistemas de grabación y reproducción sonora, así como diversos formatos cinematográficos, en busca de un mejor aprovechamiento de la película, tanto para la pantalla ancha como para la televisión. También desarrolló la maquinaria necesaria para la aplicación de sus técnicas: «diafonía», «tactilvisión», y perfeccionó o adaptó diversos aparatos de uso común en la producción y exhibición audiovisual. La exposición recrea la ubicación original del laboratorio PLAT, el espacio de trabajo que Val del Omar, donde se han conservado casi intactos todo tipo de aparatos de proyección, lentes, polarizadores, filtros, obturadores, etc.

Numerosas creaciones cinematográficas del artista completan la exposición especialmente su Tríptico Elemental de España, compuesta de tres cortometrajes rodados entre 1953 y mediados los sesenta, en Granada y en tierras de Castilla y Galicia, con los motivos simbólicos del agua, fuego y tierra, que constituyen la manifestación principal de su particular concepción cinematográfica en “la frontera entre la realidad y el misterio» del que destaca Fuego en Castilla (1958-60)

No podremos evitarlo: James Cameron pasará a la historia como el cineasta que inventó el 3D y revolucionó, una vez más, la experiencia audiovisual. Pero todavía estamos a tiempo de reconocer para siempre la importancia visionaria que José Val del Omar tuvo en la historia del arte (y no sólo en la del cinematógrafo). Antes de que sea demasiado tarde, antes de que el tiempo corroa sus inventos y desdibuje sus películas, se impone una necesidad: abrir los ojos y dejarse guiar por la desbordante luz de una obra tan breve como perdurable. Porque algo es cierto: no hay memoria humana capaz de borrar de sus neuronas los bellísimos fotogramas de Val del Omar, fogozanos de mística sobre celuloide que deslumbran la mente para iluminar el corazón. Amemos a Val del Omar.

Y se preguntará la España olvidadiza, ¿quién es José Val del Omar? Granadino viajero y nómada, Val del Omar nació en 1904 y fue fotógrafo y cineasta, amante de la vida y prodigioso inventor, padre de familia y místico-tecnológico de profunda devoción amorosa; creador incomprendido y arrinconado. Un “guerrillero de sí mismo que sólo tuvo una idea en su vida: hacer lo que le daba la gana”, en palabras de Gonzalo Sáenz de Buruaga, yerno, heredero de Val del Omar y su “representante en esta galaxia. Porque hay otras galaxias, y allí tendrá otros representantes”. Muerto joven en 1982, a la edad de 78 años, en un accidente de coche, Val del Omar dejó en un semisótano del madrileño barrio del Pilar su Laboratorio PLAT: un perfecto desorden de películas inacabadas, experimentos, diapositivas, cables, cámaras y muchos inventos que pocos son capaces de reparar y mucho menos de entender.

El legado de muchos años dedicados a una visión que él llamó “meca-mística”, una creación audiovisual que expandiera el cine más allá de los límites tradicionales y que permitiera alcanzar una verdad más pura a través de la revolución tecnológica. Un futurista español, un inventor genial, un vínculo entre las vanguardias y el arte moderno que se adelantó muchos años a muchas cosas. Al cine expandido de los años setenta, por ejemplo, con sus proyecciones desbordantes; al sonido envolvente, con sus sistemas Diafónicos; o a esa idea tan propia del arte moderno del proceso artístico como cuestión central y foco de interés. Porque el trabajo de Val del Omar, el que se conserva, es exiguo en duración pero infinito en sus ramificaciones: un work in progress que desborda el cine, sus formatos y la obra terminada. Como él mismo sellara algunos de sus trabajos: “Sin fin”, en lugar del tradicional “The End”. El cofre que ahora presenta Cameo, en colaboración con el Archivo María José Val del Omar y Gonzalo Saénz de Buruaga y el Museo Reina Sofía, no sólo termina con el aura de cineasta inaccesible que ha rodeado injustamente a Val del Omar, permitiendo disfrutar de su obra cumbre, y en versión restaurada, el “Tríptico elemental de España”, realizado entre 1953 y los años sesenta, sino que despliega un sinfín de complementos como películas familiares, trabajos previos al Tríptico, hasta hoy inéditos, o estudios visuales sobre el poderío inabarcable de su imaginación visual y tecnológica.

Pero entre todo el laberinto de complementos, collages y extras que incluyen los cinco DVD sobresale el trabajo que Velasco Broca realizó en el laboratorio PLAT. Un cortometraje de apenas cinco minutos que se dibuja como el auténtico heredero del espíritu meca-místico del granadino. Bajo el título de Val del Omar fuera de sus casillas, Velasco Broca transformó el encargo inicial, un making of al uso, en un trabajo mágico y enigmático para devolver a la vida el espíritu del cinemista (de cineasta y alquimista): “No es un cine experimental, es cine de la experiencia. Se trataba primero de resucitar a Val del Omar en los miembros del equipo de rodaje. Para ello hicimos algunas intervenciones en el PLAT, donde estuvimos viviendo y trabajando una semana con total libertad. Y luego había que transmitir esas experiencias al espectador de una forma anímica y no intelectual o descriptiva”, afirma Velasco. El resultado es un híbrido entre poema y conjuro, la encarnación de algo que pide siempre Sáenz de Buruaga: que Val del Omar siga vivo en nuevos valdelomarianos.

LVDS. Val del Omar 4