Los valientes duermen solos. Sueño nº 725
Lee Miller
“…DIMENSIÓN SOTERRADA…”
«…Otro aspecto polémico y que conviene revisar es su doble labor como fotógrafa de moda y reportera de guerra en revistas comerciales (en especial, las imágenes, publicadas en Vogue, sobre los campos de concentración), en las cuales introdujo además elementos estéticos del surrealismo. En estas publicaciones se podía ver una modelo posando con un vestido de alta costura al lado de imágenes de los cadáveres amontonados ante los hornos crematorios. Autores como Serge Guibaut han criticado la perversidad del uso sensacionalista y morboso que hicieron del horror los medios de comunicación de masas, en un proceso de espectacularización y banalización del mal que aboca en remedio a la insensibilidad ante el dolor y la amoralidad (…)(la muestra Wonder and Horror of the Human Head (1953) comisariada por Lee Miller (…) Se trata de una propuesta marcada por el surrealismo en la que, como en los Wunderkammer, en Breton o en Benjamin, se mezcla el horror y lo maravilloso (…)La aproximación de Miller, entre el surrealismo y la cultura de masas, nos hace intuir que hay una dimensión soterrada en las imágenes comerciales…» El Cultural. Lee Miller, entre el horror y la maravilla, de Jaume Vidal Oliveras. Página 31
Bibliografía selecta
Lee Miller’s War. Photographer and Correspondent with the Allies in Europe (1944-45), de Lee Miller. Edición a cargo de Antony Penrose y David E. Scherman. Publicado originalmente por la editorial Bulfinch Press en 1992
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Lee Miller (23 de abril de 1907 en Poughkeepsie, Nueva York – 21 de julio de 1977 en Chiddingly, Reino Unido)
Las imágenes singulares de Miller dialogan con cerca de 200 obras creadas por artistas a los que fotografió y con los que expuso en múltiples ocasiones. Son los primeros trabajos de Miller, después de viajar desde Estados Unidos a París para trabajar con Ray. Juntos inventaron la solarización, una técnica nueva en la que se crean efectos de luces y sombras, tras sobreexponer una fotografía durante el revelado. Ella y sus amigos impulsaron la primera exposición internacional del surrealismo de 1936 en Londres. Si uno de los ojos de Miller oscila en el diapasón creado por Ray en 1929 (el que se oye, insistente, durante la visita de la exposición es una reconstrucción de 2004), sus labios pintados en 1934 también por Ray en À l’heure de l’observatoire—Les Amoureux flotaban sobre la sala en la que se mostraron, y están en Barcelona, junto a obras de Salvador Dalí, Henry Moore, Paul Nash, Wolfgang Paalen o Max Ernst
En 1937 se inauguró la Surreal Objectsand Poems en la London Gallery que los surrealistas fundaron, mostrando objetos cotidianos en asociaciones fetichistas. Junto a obras de Magritte y Agar, Miller presentó El beso, un brazo de maniquí con una pulsera hecha con una dentadura. En julio de 1937 Penrose convocó a sus amigos a sumarse a “una repentina invasión surrealista en Cornualles”, en el suroeste de Inglaterra. Miller documentó con su cámara el encuentro en el que estuvieron Paul Éluard y Nusch, Herbert Read, Eileen Agar, Josep Bard, Max Ernst y Leonora Carrington y Man Ray y su novia Ady. Miller los captó en plena creación, hablando, divirtiéndose y paseando por las colinas de Cornualles. “Las amistades forjadas en aquellos días marcarían la vida y la obra de todos ellos en los años siguientes y muestran la forma de trabajar en red que tenían”, según la comisaria.
Al estallar la II Guerra Mundial la actividad del grupo continuó. En 1940, se celebró la Surrealism Today, semanas después de la evacuación de las tropas aliadas de Dunkerque. Miller expuso la decoración de la casa de campo de Ernst y Carrington y sus fotos de Rumanía y Egipto, junto a obras de Moore, Rimmington y Penrose en la que abundaban los cuerpos fragmentados que presagian el desastre de la guerra. Durante el conflicto, Miller trabajó para Vogue, montando decorados incongruentes para amenizar el limitado vestuario en épocas de racionamiento. Su trabajo le llevó al reportaje de guerra. Miller era una mujer sin miedo. Entre 1943 y 1945 fue corresponsal de guerra de Estados Unidos. Contraviniendo la orden que prohibía la presencia de mujeres periodistas en combate, participó en el desembarco de Normandía y acompañó a los soldados en la liberación, tomando fotos de paisajes desiertos y estatuas fragmentadas bajo los escombros.