Sueño 880
Jean Rouch
“…GRIOT BLANCO…”
«Las más de cien películas que rodó conforman un fondo fímico excepcional sobre la realidad y la herencia de África, lo que le ha llevado a ser conocido como el griot blanco. Además, a lo largo de su vida dirigió diversas instituciones, entre las que se encuentran el Centro Nacional para la Investigación Científica francés y la Cinemateca Francesa…» Los valientes duermen solos, un domingo 26 de mayo de 2019.
Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología
Petit à petit, Jean Rouch, 1969, 16 mm, 230 min (primera parte, Cartas persas, 80 min).
Nacido en París en 1917, Jean Rouch consagró su vida a la etnología y el cine. Cautivado por la belleza de «Nanook of the North» desde la infancia, se inició en el séptimo arte en 1947. Su tema predilecto fue el África tradicional, codificada en sus mitos y ritos seculares, pero tampoco se olvidó de retratar el África descolonizada que ha heredado el modelo cultural occidental.
Considerado el padre del cinéma vérité, Rouch no hacía distinción entre cine documental y de ficción, viajaba siempre con la cámara en la mano y un equipo mínimo de rodaje, y tenía por principios inamovibles ser siempre el operador de sus películas, el take one o toma única por plano, y rodar siguiendo el orden de la história.
https://www.youtube.com/watch?v=N3IAZvy3rxo
Jean Rouch decía que todas sus películas son una continuación encadenada de Jaguar, su primer film de ficción. Dieciséis años más tarde, los tres socios protagonistas de Jaguar se han vuelto ricos. En París, Damouré se convierte en un etnólogo ficticio,alter ego de Rouch, a quien parodia (su modelo es el de cualquier etnógrafo occidental) y, al mismo tiempo, dobla (es su compañero y su cómplice, Petit à petit es una creación colectiva). Su misión consiste en hacer tambalear los fundamentos de la observación etnográfica/sociológica con su ambigüedad y el amago de sus reacciones, entre violentas e ingenuas, propias del burlesco. El otro no es aquí el africano, sino el conciudadano parisino.
«Petit à petit no es una película ni blanca ni negra», afirmaba Rouch, sino una fábula con aires de investigación, cuya verdad surge de la ficción y la fantasía. Damouré, con sus juegos entre personaje y persona, con su poder de acción espontánea, recuerda a las máscaras de la Commedia dell’Arte. Como el resto de personajes, operadores de ficción (Lam, Illo, Ariane, Safi, Philippe, Moustaphe…), su identidad resulta desconcertante. La garantía de la duración de los cuerpos es su materia y su memoria.
Contaba Jacques Rivette que el impulso de Out 1 surgió de la proyección de nueve horas de rushes de Petit à petit. La versión larga de la película, que veremos en esta sesión, consiste, como Out 1, en una arquitectura móvil de relaciones, donde prolifera un preciso complejo de personajes y una red de correspondencias entre diferentes mundos —el famoso programa de las verdaderas geografías a partir de las topografías falsas, de la comunicación de lugares lejanos próximos en lo cinematográfico, hacia los cuales son propulsados los personajes—, o más bien entre sus reflejos.
Modos irracionales de pensamiento, contradicciones imprevistas en el programa, tomas en lugar de planos, secuencias en las que pareciera que no hubiera cortes y en las que el tiempo, vivo, directo, se transforma en duración, se convierte en espacio desplegado, habitable. Como aquella historia sobre la desaparición de los dinosaurios evocada por Serge Daney: «Eran tan grandes y enormemente largos que, al ser atacados, en el tiempo en que el influjo nervioso llegaba hasta su pequeño cerebro, ya habían sido devorados. Muerte indolora».