Sueño 950
Henri Michaux
“…ESCRIBIÓ, VIAJÓ, DIBUJÓ, PINTÓ…”
«…Michaux escribió, viajó, dibujó, pintó. Escribió como se odia, con la fuerza del «contra» para sobrevivir y, después, para vivir más intensamente, para vibrar más alto. Pero halló la escritura demasiado convencional, henchida la palabra con demasiada cultura, demasiado lastre, así que empezó a pintar. Pintó como se grita, para gritar mejor, y para expresar aquellas vibraciones del espíritu que no tienen correspondencia adecuada con el lenguaje. Los infinitos lugares demasiado intensos para la palabra…» Palabras de Chantal Maillard. Los valientes duermen solos, jueves, 1 de agosto de 2019.
Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología
Movements (Movimientos) 1949. Tínta sobre papel. 32 x 24 cm.
Considerado «poeta de poetas» y «pintor de pintores», el belga Henri Michaux, uno de los artistas más inclasificables del siglo XX, vuelve a ser revisado con la gran exposición que le ha dedicado el Guggenheim, a punto de clausurase, y la aparición ahora de sus «Escritos sobre pintura», con inéditos. Los «escritos sobre pintura» se acaban de publicar traducidos por otra gran poeta española nacida en Bélgica, Chantal Maillard, conocedora de su vida y de su obra en volumen, editado por Vaso Rorto, en el que dialogan pintura y poesía.
Michaux (Namur, Bélgica, 1899 – París, 1984) fue un viajero incansable que exploró tanto la geografía física, como su propio interior, del que fue un gran espeleólogo, con el apoyo del neurólogo bilbaíno Julián de Ajuriaguerra, con quien experimentó en los años cincuenta con sustancias alucinógenas para analizar de forma científica los estados alterados de la conciencia. En ese periodo descubre la velocidad en la que viajan los átomos que luego lleva al papel con el dibujo y la pintura trabajando con otras caligrafías como la oriental, presentes en este libro. «Los textos reunidos en este volumen son la parte más importante de los que Henri Michaux dedicó a la pintura y al dibujo y sin duda la parte más representativa de los que dedicó a su proyecto de descongestión lingüística», dice la editora y traductora en las notas a la traducción.
«Con esta antología hemos querido invitar al lector a seguir la evolución del autor en ese empeño. Algunas obras no han podido ser incluidas. Unas, como ‘Recorridos’ y ‘Por la vía de los ritmos’, por ser exclusivamente gráficas y otras, como ‘Miserable milagro’ (1956), cuya extensión sobrepasa ampliamente los límites de este volumen, explica Maillard. «De ‘Miserable milagro’, no obstante -continúa-, dada su relevancia en lo que respecta a la experiencia del autor con los alcaloides, no he podido resistirme a la tentación de incluir, al menos, el prefacio, que no figuraba en la anterior versión de esta antología, editada en el año 2000 por el Colegio de Aparejadores de Murcia».
En esta edición se han incluido también dos textos fundamentales, del creador «Captar» y «Paz en las rupturas», éste inédito hasta ahora en castellano, y «de la mayor importancia para la comprensión de la experiencia mescaliana de Michaux en relación con su escritura y su obra gráfica», dice Maillard. Y es que «Paz en las rupturas» es un libro que ha sido considerado como «la más perfecta síntesis de los grandes libros sobre la droga». «Pinto como escribo. Para hallar, para volver a hallarme, para hallar mi propio bien al que poseía sin saberlo. Para obtener la sorpresa y al mismo tiempo el placer de reconocerlo. Para hacer o ver aparecer cierta indefinición, o cierta aura, allí, donde otros quieren o ven lo lleno», escribe Michaux en «Acerca de mi pintura».
Bajo los efectos de la psilocibina, el LSD y el hachís, Henri Michaux produjo un gran número de minuciosos dibujos en los que seguía una matriz gráfica: un esquema de surcos y arborescencias, a menudo en forma ascendente, saturado de simetrías y micrografías. Tanto la gran exposición sobre el autor, que se desarrolla en el Guggnheim de Bilbao hasta el 13 de mayo, como el buceo por este libro, que es todo un objeto estético, es un viaje hacia el otro lado, hacía los limites de la conciencia, los símbolos y los signos.