George MacDonald, La princesa ligera (1864) Il. Maurice Sendak (1969)

By enero 20, 2016Sin categoría

La princesa ligera

George MacDonald, La princesa ligera (1864) Il. Maurice Sendak (1969)

Título original: The Light Princess. Ed. española (Alfaguara, Madrid, 1978) Trad. Flora Casas. Rústica. 84 pp. 15,6 x 19 cm

Toma nota de Melocotón Grande (Biblioteca Escolar: Lectura 1º ESO) 

Me encanta la forma en que el gran pensador y escritor escocés George MacDonald (1824 – 1903) utiliza la metafísica (la gravedad) en sus cuentos vinculados con las antiguas tradiciones de los cuentos de hadas, redescubiertos y revaluados por la escuela romántica. Uno de los momentos más ingeniosos lo hayamos en el capítulo, Problemas con la metafísica, es decir, en los dos filósofos chinos, llamados Tam-Tum (materialista) y Copi-Con (idealista). Copi-Con llega a la conclusión que el alma de la princesa no pertenece a este mundo, sino a algún otro planeta, probablemente Mercurio. La atracción hacia su auténtica esfera destruye toda la influencia natural. La solución que Copi-Con ofrece es enseñar, bajo la más severa disciplina, a que la princesa se interese por la Tierra como tal, sobretodo su historia: animal, vegetal, política, ciencias, música, arte, metafísica… La princesa ligera es una de las más grandes obras maestras, y seguramente el libro de hadas preferido de Einstein (viene a cuento recordar que una vez una madre que quería que su hijo fuera un gran científico, le preguntó a Einstein que qué clase de libro debía de leerle. Einstein le contestó, «Léale usted cuentos de hadas». ¿Y luego?, insistió la madre. «Siempre cuentos de hadas»). Los grandes ilustradores infantiles han trabajado sobre sus obras, desde Arthur Hughes a Maurice Sendak. MacDonald es el gran referente de C.S.Lewis y J. R. Tolkien, quien lo considera su maestro. W. H. Auden lo compara con Kafka al decir, que su importancia literaria para el siglo XIX se parece a la de Kafka para el siglo XX. En 1859 MacDonald se instaló en Londres; ahí se hizo amigo de Lord Alfred Tennyson, John Ruskin, Dante Gabriel Rossetti y Lewis Carroll, que escribió varias de las famosas «cartas» a sus hijas Irene, Mary y Lilia (fue MacDonald quien convenció a Carroll de terminar su Alicia y publicarlo).

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