Ernest James Bellocq

By abril 25, 2019Sin categoría

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Sueño 827

Ernest James Bellocq

“…TRADUCCIÓN DE NUESTROS SUEÑOS…”

«…A su manera, Bellocq consume muchos asuntos amorosos. Johnny Wiggs entendió esto cuando vio, para su sorpresa, que las prostitutas de Bellocq son hermosas. Es cierto, todas son hermosas. Bellas inocentemente o con ternura o maldad o alegremente o obscenamente, pero todas bellas en el sentido de que están presentes, únicas, insustituibles, creíbles, receptivas.Cada una de estas imágenes es el producto de una alianza exitosa…» John Szarkowski

Bibliografía selecta y material de prensa: presentación, notas y cronología

Un fotógrafo experto puede fotografiar cualquier cosa bien. Para hacerlo mejor debe fotografiar lo que ama. Alguna geometría de amor; algunos aman la luz del sol en las montañas; Algunos aman las calles de su ciudad. Bellocq aparentemente amaba a las mujeres, con la indiscriminada constancia de un genio. Si él era impotente en términos convencionales, tenía en sus ojos y espíritu un amante infatigable 

Ernest James Bellocq era un hombre solitario que podía ser visto frecuentemente en las calles de Storyville, el barrio de prostitutas de Nueva Orleans. Bellocq era fotógrafo comercial y tomaba fotos de los barcos y maquinaria para una compañía constructora de buques. Esta faceta de su trabajo como fotógrafo profesional no le hizo destacar en gran medida, pero ¿Por qué tratamos sobre él?  Pues bien, como ya se ha dado en alguna otra ocasión en la historia de la fotografía la fama y el descubrimiento del trabajo de un fotógrafo se da de forma imprevisible.

Eran finales de los años 50, concretamente 1958, y un gran aficionado al jazz había viajado a Nueva Orleans para escuchar algunas de las bandas que allí tocaban por esos días y aprovechar para visitar la galería de arte de un amigo suyo. Este aparte de gran aficionado al jazz, era y es, uno de los fotógrafos clave en la historia de la fotografía, Lee Friedlander. Larry Borenstein, después de uno de los conciertos mostró a su amigo algunas de sus últimas adquisiciones. Larry, era aficionado a comprar y coleccionar lo que el denominaba “cosas raras y curiosidades”. Entre estas Friedlander se mostró interesado en una serie de placas de cristal de negativos de fotos ciertamente enigmáticas, las placas de Bellocq. Friedlander quedó cautivado por estos negativos, y tiempo después aprovechando otro viaje para escuchar jazz decidió comprarlos. Ya con las placas en su poder inició el camino no solo para poder imprimirlas sino para buscar datos sobre su misterioso autor.

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