David Hume

By agosto 29, 2019Sin categoría

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Los valientes duermen solos nº 982
Mi vida (1776). Cartas de un caballero a su amigo de Edimburgo (1745), de David Hume

«Se reúnen aquí dos escritos de David Hume que merecían darse juntos: la breve, ejemplar autobiografía que Hume compuso poco antes de morir y que aparece en las primeras ediciones póstumas de su obra, y la Carta de un caballero a su amigo de Edimburgo, publicada anónimamente en 1745 Los valientes duermen solos. Jueves 29 de agosto de 2019.

Después de completar sus estudios en modelado de porcelana (1949–1950) en el papel de Stará cerca de Karlovy Vary, estudió en la Facultad de Artes Aplicadas de Praga (1950–1954), y desde 1952 se ha especializado en escenografía (Prof. Richard Lander). Principalmente fotografió bodegones, en los primeros días de su trabajo también paisajes y desnudos. Trabajó

Mi vida (1776). Cartas de un caballero a su amigo de Edimburgo (1745), de David Hume. Título original: My Own Life – A Letter from a Gentleman to his Friend in Edinburgh. Edición y traducción de Carlos Mellizo. Con el apéndice «La muerte de David Hume». Sección: Humanidades. Publicado por Alianza Editorial. Madrid, 1985. Compuesto en Fernández Ciudad. Impreso en Closas-Orcoyen, Madrid.

Hume es uno de los autores más influyentes de la tradición empirista, del periodo ilustrado y del liberalismo. Más que en la originalidad, la fascinación de sus escritos se basa en la radicalidad, en la manera de proponer los límites y las consecuencias del pensamiento, con un estilo literario de primer orden. Las bases de su filosofía del conocimiento son rudimentarias y deliberadamente reductivas, como es el caso de la mayoría de los empiristas. La contundencia con la que expresa sus principios y el modo como se asocia a las modas intelectuales en boga —la adaptación filosófica de la física de Newton, con su carga de optimismo en el progreso científico— hacen pasar por alto algunas deficiencias de fondo.

Por lo que se refiere a la filosofía moral y social, Hume presenta una visión renovada de numerosas cuestiones permanentes. Si se excluyen los excesos deterministas sobre la voluntad y la libertad, el lector se encuentra con sus seductoras provocaciones sobre el sentimiento moral, que ocupa el papel de la razón; y con una amable visión de las virtudes, sobre todo las que tienen más resonancia social. Y todo, en un clima de libertad ante las instituciones que han marcado el desarrollo ético, especialmente las autoridades religiosas. El optimismo en el progreso de la ciencia se contagia a la exposición de la naturaleza humana, la cual por otra parte tiene que habérselas con una sociedad secularizada y en continua expansión comercial.

La liberación de las constricciones religiosas que propone Hume bebe de las fuentes de algunos autores clásicos, y de Pierre Bayle, y tiene poco que envidiar a Voltaire. Sus estrategias críticas son variadas y brillantes. La composición de textos filosóficos en forma de ensayo breve para un público no académico, así como la narración de la Historia de Inglaterra, explican parte del éxito de los escritos del filósofo. La hostilidad que le dispensó el mundo universitario se vio compensada ampliamente por los beneficios obtenidos como diplomático y consejero, actividades gracias a las cuales frecuentó ambientes políticos y culturales en Gran Bretaña y Francia.

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