María Zambrano y Ramón Gaya

By noviembre 10, 2018Sin categoría

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Los valientes duermen solos. Sueño nº 712

María Zambrano y Ramón Gaya

“…SUEÑO DE LA TIERRA DE SER PINTURA…”

«…Sueño de la tierra de ser pintura, que trasparece y alienta -el palpitar del sueño realizado- en toda la obra de Gaya, pero se revela como  en privilegiado lugar en la serie Bautismos; en algunos, el fuego se entreabre en la herida de la tierra, esa herida que es la marca de todas las criaturas terrestres, de la tierra misma. Y los cielos, con su herida también -los cielos de la Tierra- dejan de manar en ella, al fin herida celeste, una luz que es un ser; la luz que se abre como en un sueño: en un sueño de la vida, de la Vida…» Correspondencia 1949-1990. Página 125

Bibliografía selecta

Y así nos entendimos (Correspondencia 1949-1990), de María Zambrano y Ramón Gaya. De las cartas y textos de María Zambrano: Fundación María Zambrano.  De las cartas y los textos de Ramón Gaya: Herederos de Ramón Gaya. Edición a cargo de Isabel Verdejo y Pedro Chacón. Epílogo de Laura Mariateresa Durante. Editorial Pre-Textos, Valencia, septiembre de 2018. Diseño de la colección: Andrés Trapiello y Alfonso Meléndez.  Al cuidado de la edición: Manuel Ramirez y Juan Marqués. Fotografía de la cubierta: Estela de la Via Apia. Foto de Pedro Chacón.

Material de prensa: presentación, notas y cronología

María Zambrano (22 de abril de 1904 en Vélez, Málaga – 6 de febrero de 1991 en Madrid)

A los cuatro años se traslada desde Vélez (Málaga) a Madrid, y de allí a Segovia, donde transcurre su adolescencia. Desde 1924 y hasta 1927 cursa estudios de Filosofía en Madrid asistiendo a las clases de José Ortega y Gasset, de Manuel García Morente, Julián Besteiro y de Xavier Zubiri. Durante este periodo participa en movimientos estudiantiles y colabora con diversos periódicos. Su primera obra, Nuevo del liberalismo (1930), es fruto de los acontecimientos políticos de aquellos años. Desde 1931 ejerce como profesora auxiliar de la Cátedra de Metafísica en la Universidad Central, y en 1932 colabora en publicaciones como la Revista de Occidente, Cruz y Raya yHora de España. En estos años que preceden al exilio entabla amistad con los miembros de la Generación del 27: Luis Cernuda, Emilio Prados, Miguel Hernández y Jorge Guillén, entre otros. Viaja a La Habana y conoce allí a José Lezama Lima, además de pronunciar una conferencia sobre José Ortega y Gasset. Al estallar la guerra regresa a España para colaborar con la República; reside en Valencia y Barcelona hasta 1939, año en que cruza la frontera francesa hacia el exilio. Tras pasar por ciudades como París, Nueva York o La Habana se instala en México, donde imparte clases de Filosofía en la Universidad de San Nicolás de Hidalgo de Morelia. En México conoce a Octavio Paz y León Felipe. En este año comienza un periodo de intensa actividad literaria marcada por el exilio y publica Pensamiento y poesía en la vida española yFilosofía y poesía.  Después de pasar por la Universidad de Puerto Rico viaja en 1946 a París, donde conoce a Albert Camus y a René Char. De 1948 a 1953 reside en La Habana y posteriormente en Roma, donde escribe algunas de sus obras más importantes, como El hombre y lo divino, Los sueños y el tiempo y Persona y democracia, entre otras. En Roma entabla relación con intelectuales italianos como Elena Croce y Victoria Guerrini y con otros españoles exiliados como Ramón Gaya, Rafael Alberti o Jorge Guillén. En 1964 abandona Roma para instalarse en Francia y en este periodo de retiro su propuesta filosófica adquiere un tono místico que se refleja en obras como Claros del bosque oDe la Aurora.  Con el artículo Los sueños de María Zambrano de José Luis López Aranguren, publicado en 1966 en la Revista de Occidente, se inicia un lento reconocimiento en España de la importancia de su obra. Entre otras distinciones, en 1981 se le otorga el Premio Príncipe de Asturias y es nombrada doctora honoris causa por la Universidad de Málaga. De regreso a España comienza una nueva etapa de actividad intelectual dedicándose a la reedición de obras ya publicadas y a la escritura de numerosos artículos. El reconocimento a su obra se ve culminado en 1988 al otorgarle el Ministerio de Cultura de España el Premio Miguel de Cervantes de Literatura.

Ramón Gaya (10 de octubre de 1910 en Murcia – 15 de octubre de 2005 en Valencia)

En un autorretrato de 1959, Ramón Gaya se refiere así a su trayectoria: «Empecé a pintar en 1920, o sea, contando apenas diez años, en el estudio de los pintores Pedro Flores y Luis Garay, únicos atentos, en la Murcia de aquellos días, a cierta universalidad; siete años más tarde -mi pintura de entonces era, según se decía, un cubismo liberado de su prisión geométrica- exponía en París y, lo que es más importante, al contacto directo con los cuadros de Braque, de Rouault, de Matisse -que me habían desilusionado-, rompía definitivamente con esa idea convencional de «arte moderno», llegada hoy como se sabe -a través de su larga agonía snob– a su academicismo y oficialidad» [Sentimiento y sustancia de la pintura, pág. 157]. A la pintura de Gaya, tan personal y lírica, tan al margen de las vanguardias tras su iniciación vanguardista, ha acompañado desde sus comienzos una dedicación literaria que no puede considerarse sólo como un complemento. Colaborador de Verso y Prosa y de otras revistas del 27, Ramón Gaya comienza a publicar su poesía en Hora de España, continuando luego su publicación en revistas del exilio mexicano. Salvo el breve cuaderno Nueve sonetos del diario de un pintor (1940-1979), su poesía no se reuniría en libro hasta 1991. Cercanas al poema en prosa están muchas de las anotaciones incluidas en los diferentes tomos de su Obra completa.

A través de la correspondencia que mantuvieron durante más de cuarenta años, cuidadosamente recogida y anotada por Isabel Verdejo y Pedro Chacón en este libro, podemos conocer la relación de amistad que mantuvieron durante décadas estas dos personalidades de la cultura y del arte español. Incluso durante los años del exilio romano, Gaya y Zambrano se escribieron cartas, postales y notas para compartir ideas, sugerencias, impresiones, invitaciones y noticias sobre amigos españoles e italianos, entre los que ocupa un lugar muy destacado su amiga y mecenas Elena Croce, hija del filósofo Benedetto Croce.
¿Por qué es tan relevante esta correspondencia? Es indudable que estas cartas constituyen un testimonio de la actividad y de la vida de dos de los intelectuales (a Gaya no le hubiera gustado esta palabra) españoles más a contracorriente de su tiempo, un tiempo que es también el nuestro. En las cartas y postales cuidadosamente reproducidas en estas páginas, donde también encontramos retratos fotográficos de los auto-res, portadas de libros, reproducciones de pinturas y dibujos de Gaya, podemos reconocer los rasgos de una época ya pasada, y sin embargo muy próxima a nosotros, de hecho, la última carta data de 1990.

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