Peter Doig

By agosto 25, 2018Sin categoría

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Los valientes duermen solos nº 667

Peter Doig

(17 de abril de 1959 en Edimburgo)

“En la pintura de Peter Doig  su memoria y su imaginación se vuelcan en representaciones de paisajes que evocan sensaciones y huellas del pasado. Casas deshabitadas y arquitecturas modernistas engullidas por la energía vital y desbordante de la naturaleza, parajes cubiertos por velos de nieve o por translúcidas cortinas, figuras que se dejan entrever, canoas flotando en aguas calmas… Una pintura caracterizada por la intensidad y al mismo tiempo por un ambiente de quietud y ensoñación”

Escocés de Edimburgo pero residente en la actualidad en la isla de Trinidad, lugar donde ya pasó parte de su infancia, Peter Doig expone en Munich alrededor de una treintena de obras realizadas en estos últimos meses, trabajos que viajarán más tarde a la galería Victoria Miro londinense. Podríamos suponer, en principio, que Trinidad es un lugar paradisíaco de extensas playas, propicio siempre a la relajación. Pensemos en Gauguin y sus estancias en la Polinesia. Doig podría parecer un Gauguin contemporáneo, alejado del estruendo de la sociedad contemporánea. Pero no. Esta pintura última del escocés no muestra ningún tipo de exotismo. Más bien nos acercan al ruido y el caos recién abandonado, a la vorágine urbana, lejos de sumergirnos en placenteras visiones remotas y primitivas.

Bibliografía selecta

Peter Doig (Phaidon, NY, noviembre de 2007)
Peter Doig: No Foreign Lands (Agosto de 2013)
Peter Doig, de Ulf Küster (Alemania, Noviembre de 2014)
Peter Doig. Morning, Paramin, de Derek Walcott (Noviembre de 2016)
Peter Doig (Rizzoli, NY, septiembre de 2016)
Peter Doig. Morning, Paramin, de Derek Walcott (Noviembre de 2016) 

Material de prensa: presentación, notas y cronología

Porque la contradicción y la paradoja son claves fundamentales para entender la pintura de Doig, un artista que utiliza todo tipo de fuentes para trabajar, desde fotogramas hasta postales encontradas. La combinación de intención y azar y la interrelación entre los objetos encontrados forman la base de una pintura que tiene una enorme capacidad evocadora. Mucha gente se ha referido a los cuadros de Doig como reminiscencias de lecturas y películas pero también de algo ya vivido, de algo que reside milagrosamente en nuestra memoria y que parece a punto de desvanecerse. Hay un estado de marcada atemporalidad, ua situación de aislamiento de espacio y tiempo. No en vano el propio artista es concluyente respecto a la dificultad de traducir estas pinturas a palabras y admite su intención de crear una suerte de nebulosa en torno a la propia obra, algo que disponga una pequeña distancia entre la obra y la percepción del espectador. Porque hay que tener en cuenta que los paisajes de Doig son, en su mayoría, accesibles y cercanos si bien, tras una primera mirada, el espectador advierte una distancia que es a veces insalvable. Un buen ejemplo es la obra «One Hundred Years Ago» en la que un viejo roquero, tomado sin duda de la cubierta de un disco o de una revista de música, aparece sentado en una canoa que cubre toda la sección de la obra. Con un poco de cultura musical se puede de que roquero se trata sin embargo, la superficie encierra un marcado sentido críptico. Y la melancolía. Doig propone superficies en las que la realidad y la fantasía van de la mano en composiciones que no ocultan un profundo sentimiento nostálgico.

Peter Doig fijó su residencia en 2002 en Trinidad y Tobago, país en el que había pasado parte de su infancia. Tiene su estudio en una antigua destilería de ron de Puerto España, la capital, y parte del espacio está habilitado como cineclub para que los habitantes de la isla tengan acceso a películas difíciles de encontrar en una sala comercial. Las proyecciones son ahora puntuales, pero tuvieron periodicidad semanal hasta 2011 y eran anunciadas con carteles pintados por Doig. Elegía un elemento representativo de cada filme y lo plasmaba para intentar suscitar el interés del público. No ha hecho un póster de todas las cintas visionadas en su studiofilmclub, pero la colección es amplia y 166 de los títulos se exhibieron en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málag. La idea saltó tras ver un documental sobre el thriller jamaicano The harder they come (1972), película que estrenó el cineclub. “Vinieron unas 50 personas y ahí empezó esta aventura”, contó Doig durante la presentación de la muestra. 

El primer cartel, que abrió el montaje, estaba dedicado a Orfeo negro, cinta de 1959 del francés Marcel Camus. El autor reutilizó una pintura que había empezado hacía un tiempo y el resultado fue un hombre de raza negra sentado en una canoa y reflejado en el agua. Este tipo de embarcación es uno de los recursos iconográficos de Doig que han contribuido a convertirlo en uno de los artistas vivos más cotizados del mundo. Su obra White canoe (1990-91) alcanzó un precio en subasta en 2013 de 10,4 millones de euros. Swamped (1990) se vendió en 2015 por 24,2 millones de euros. El pintor ha confesado que le resulta “difícil” hablar de su relación con el mercado del arte. “La exposición de los carteles refleja que trabajo con total libertad, sin presión. El único objetivo de esto es atraer al público para ver las películas”, ha añadido. Estos óleos le permiten, además, mostrar su trabajo en el país donde vive, muy limitado para acceder a su obra por los requisitos que se exigen a una sala para albergar lienzos del nivel de los suyos y por el coste de los seguros.

Sus murales de cine se han mostrado en ciudades como Zúrich y Berlín, pero la exposición del museo malagueño, llamada también studiofilmclub, es la más ambiciosa por el número de obras. Se ha montado con la colaboración de varios coleccionistas privados. La imagen del catálogo es el cartel de Cría cuervos(1975), de Carlos Saura, y la filmografía de Pedro Almodóvar está presente conTodo sobre mi madre (2005) y Volver (2007), con una Penélope Cruz frágil y retratada al estilo del pintor. “La película es una disculpa para explorar territorios imaginarios”, ha subrayado Fernando Francés, director del CAC Málaga y comisario de la exposición. Son lienzos que revelan un mundo imaginario, que se mueven entre la descripción y la invención.

Doig, con estos pósteres, pretendía “agitar sentimientos”. Hay títulos para todos los gustos, algunos de culto. El tercer hombre (1949), Escrito sobre el viento (1956), Lolita (1962), Grizzly man (2005), Belle de jour (1967) o Blue velvet(1986), representada con una oreja en el centro de la lámina. En la pintura de Taxi driver (2004), Robert de Niro conduce mientras Martin Scorsese le habla desde la parte trasera del coche, y Elizabeth Taylor luce vestido ajustado, piel amarilla y ojos oscuros, no violeta, en el cartel de La gata sobre el tejado de zinc (1958). El misterio envuelve todas las imágenes, con claras referencias a la pintura de Doig. El pintor calcula que tiene pendientes unos 150 carteles de los filmes que se han proyectado en su cineclub y su intención es hacerlos. Será fiel a su estilo, que él ha descrito como “de ida y vuelta”, sin una evolución lineal. Su studiofilmclubsigue funcionando, la última película proyectada ha sido Moonlight (2016), ante unas 400 personas. Pero lo importante no es la afluencia masiva de público, sino la “experiencia colectiva” en la que se convierte cada cita.

Ski Jacket 1994 Peter Doig born 1959 Purchased with assistance from Evelyn, Lady Downshire's Trust Fund 1995 http://www.tate.org.uk/art/work/T06962