Los valientes duermen solos nº 1102
Serie Cartelería limeña (1982), de Bill Caro
«Representa carteles que anuncian obras de teatro o conciertos y se caracteriza por los encuadres ceñidos que dejan entrever al aspecto ruinoso de las fachadas de las casas coloniales y algunas .» Los valientes duermen solos, lunes 17 de marzo de 2020.
La obsesión es un estado irracional, difícil de fijar orígenes o explicaciones. Para el propio Bill Caro, es difícil asociar su interés por Vermeer con su obra más representativa, vinculada al fotorrealismo. Luego de estudiar Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería a fines de los años 60, el artista se dedicó a pintar un tema que había sido su interés académico: las casonas limeñas y sus fachadas descascaradas, los techos de la ciudad, las casas de esteras de las invasiones en los extramuros, los afiches de la publicidad formal y de los conciertos de cumbia. Más tarde, se dedicaría a pintar sus característicos automóviles convertidos en detritus devorado por el óxido. Su obra nos mostraba el deterioro urbano, denunciando cómo los limeños nos habíamos desenraizado de nuestro patrimonio, considerándolo chatarra sin valor. Sin darse mucha cuenta, el joven arquitecto se había convertido en un pintor fotorrealista insertado en el circuito local de galerías y con proyección internacional. Su obra ofrecía un testimonio urgente del fenómeno social que se vivía entonces. En tiempos en que la pintura abstracta era el lenguaje más extendido, al entonces joven pintor no se le ocurría que sus obras pudieran ser vendibles. Solo quería dar cuenta, de forma contundente, del descalabro de la urbe. Lo curioso, confiesa cuatro décadas después, es que ya entonces en esos años de radical vocación, de forma paralela, su obsesión por Vermeer estaba presente.