Los valientes duermen solos nº 599
Pablo Picasso
Pablo Ruiz Picaso (25 de octubre de 1881 en Málaga -8 de abril de 1973 en Mougins)
Robar, torcer y distorsionar. Ningún artista del siglo XX ha suscitado, sin duda, tantos comentarios, críticas o palabrería como Picasso
Picasso fue publicado por primera vez en español en 1946. Su núcleo originario, sin embargo, hay que buscarlo en la edición francesa de 1930, en la que Ors y Picasso trabajaron en estrecha colaboración, el primero preparando un texto que había de ser la realización efectiva, en el Picasso de esta época, de sus ideales estéticos—Ors quiso estudiar, en especial, lo que de clásico, italiano y antiimpresionista había en sus cuadros—; el segundo, seleccionando y preparando las ilustraciones que habían de alumbrar las palabras del escritor. La obra que editoriales como Olañeta, Acantilado o Casimiro presenta, y en la que reunen significativamente el texto, como por ejemplo Acantilado, con el texto de la edición española con 37 ilustraciones de la edición francesa, más que un análisis crítico de la obra picassiana, es el testimonio de la culminación de una amistad y, a la vez, un estudio imprescindible para todo aquel que pretenda acercarse al pensamiento artístico de dos de las figuras más representativas del siglo XX.
Bibliografía selecta
Oda a Picasso. Poema 1917, de Jean Cocteau (Primera edición con tirada de1500 ejemplares, Olañeta Editor, Palma de Mallorca, 1981)
Pablo Picasso, de Eugenio d’Ors (Acantilado, Barcelona, 2001)
Picasso y el cubismo, de Carl Einstein (Casimiro, Madrid, 2013)
Picasso, de Getrude Stein (Casimiro, Madrid, octubre de 2017)
Picasso y el cubismo, de Apollinaire (Casimiro, Madrid, octubre de 2017)
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Todo lo que Picasso toca -un ser humano, un saltimbanqui, un objeto cualquiera, la obra de otro artista- lo metamorfosea, lo tuerce y distorsiona, lo inquieta o lo calma y lo convierte en algo que sólo le pertenece a él, que sin él no existiría. El apego de Picasso en aferrarse al lenguaje y estilo artístico de otros pintores es evidente. No hace otra cosa que robar temas de Velázquez, Rembrandt, El Greco, Delacroix, Courbet, Manet, Monet, Van Gogh, Pissarro, Toulousse-Lautrec, Degas, Forain, Rops, Gauguin, Cézanne, Isidre Nonell. En el transcurso del año 1901, Picasso tuvo el brío necesario para reaccionar y crear por su parte algo nuevo: los Períodos Azul y Rosa, detrás de cuya pose se encuentran por igual las novelas de Dostoyevski, las ideas de Nietzsche y las teorías de Bakunin.
Picasso fue uno de los primeros, con Matisse, Vlaminck y Derain, en descubrir y profanar la escultura negra; le causó una gran impresión la libertad plástica que de ella desprendía. Más bien parece ser que, como ocurrió en el caso de los impresionistas con las estampas japonesas, halló en este arte radicalmente apartado de los criterios estéticos occidentales la confirmación de la posibilidad de crear un modo de expresión totalmente separado de la visión clásica del mundo y de los medios tradicionales de percibirlo. La solución aportada por Picasso con los dos desnudos de Les Demoiselles d’Avignon – y particularmente los rostros-, así como en toda una serie de telas de menor envergadura pintadas durante el invierno de 1906-1907, consistía en modelar el volumen no ya por el color en sí, sino por una suerte de dibujo coloreado. Picasso intentaba precisamente modelar sus volúmenes a través del color, dando a éstos, por medio de ciertas series de rasgos paralelos o de proyecciones, direcciones lineales destinadas a sugerir dicho relieve. Se ha afirmado a menudo que las obras de esta época habían sido creadas bajo la influencia del arte africano, hasta el punto en que es hoy frecuente hablar a este respecto de la «época negra» de Picasso.
Los trabajos realizados por Picasso entre los años 1916 y 1924 se cuentan entre los fenómenos más desconcertantes en el contexto de su obra completa. El gran destructor, fundador del Cubismo, asombra con obras que retornan a los principios de la representación estatuaria y monumental, a la figuración realista. Picasso realizaba simultáneamente desnudos clásicos, retratos, representaciones escénicas,assemblages (montajes hechos con objetos encontrados tales como: camisas, bayetas, clavos, cuerdas), pinturas surrealistas, obras del cubismo sintético, es decir, trabajos que a primera vista no tenían nada que ver unos con otros; pero sin embargo, esos trabajos coinciden perfectamente con las tendencias imperantes en aquellos tiempos y con las intenciones artísticas de Picasso. El 18 de julio estalla la Guerra Civil Española. Picasso toma partido contra Franco. En muestra de su agradecimiento, los republicanos le nombran director del Museo del Prado (1936-1939). La guerra está simbolizada con los tonos exclusivamente negros, grises y blancos. Con el Guernica, de dimensiones equivalentes a un mural, Picasso creó la obra de arte más conocida del siglo XX. El arte y la política, la singularidad creativa y los acontecimientos históricos se encuentran en Picasso indiscutiblemente unidos.
Picasso pone en escena sus alegorías con la máxima severidad. Trabajos plásticos, óleos, frescos, pluma, tinta china, acuarela, lápiz, del grabado raspador al aguafuerte. La intención del pintor está caracterizada por la plasmación de una situación de enfermedad y opresión, así como como la perspectiva agudiza el aspecto claustrofóbico y de aprisionamiento de las escenas. Las figuras torturadas son perfiles que parecen haber sido trazados con un cuchillo. La fuerte oposición de colores, sombríos y estridentes, subraya la atmósfera enfermiza. Picasso había adquirido en el año 1955 la Villa La Californie, construida en las colinas que dominan Cannes: una gran residencia burguesa del siglo XIX, con una ubicación extraordinaria. Picasso montó su taller en el piso superior. Tal como lo demuestran las numerosas escenas de atelier realizadas en 1955 y 1956. Picasso encuentra en el arte el conjuro que le permitirá conservar su decreciente vitalidad, con medios sumamente parcos logra un intenso efecto. El egocentrismo de Picasso, que lo hace retomar una y otra vez a su propia obra, resulta a veces extrañamente hermético. Tomando en consideración su avanzada edad, surgen nuevas obras que transmiten la fascinación de una experiencia adquirida a lo largo de toda una vida, de una manera extremadamente concentrada y certera. La verdadera grandeza e importancia de Picasso reside en su doble papel de revolucionario y tradicionalista. Así logró renovar el arte, preservando al mismo tiempo -y no sólo de manera museal- el dinamismo de la historia. Ello fundamenta la descollante posición que ocupa en el arte del siglo XX.