Los colores mágicos de Petra, de David B. Loope. Fotografía de Anne Griffiths (2015)

Aula voladora de Melocotón Grande. Ecología / Fotolibro nº352
Los colores mágicos de Petra, de David B. Loope Fotografía de Anne Griffiths, julio de 2015

Petra, la capital del imperio nabateo y un próspero enclave comercial entre los años 400 a.C. y 106 de nuestra era, es conocida también como «la Ciudad Rosada del desierto», en alusión al color de la piedra arenisca en la que se esculpió su extraordinaria arquitectura. Los intrincados veteados multicolores de la roca dejan boquiabiertos a quienes visitan esta ciudad construida en un laberinto de angostas gargantas de Jordania. El origen de la roca resulta sorprendente: son desechos microbianos. Un equipo dirgido por David B. Loope, de la Universidad de Nebraska, ha llevado a cabo estudios geológicos sobre las rocas en cuestión, formadas hace unos 500 millones de años, aunque sometidas en períodos mucho más recientes -probablemente en los últimos 60 millones de años- a los procesos geológicos que generanon los característicos remolinos que vetean la piedra. Los movimientos de las placas litosféricas que abrieron el mar Rojo y el golfo de Aqaba elevaron las cordilleras del sur de Jordania. Dicho levantamiento fracturó la arenisca, creando vías de acceso por las cuales las oxigenadas aguas subterráneas de origen pluvial penetraron en la roca porosa. Aunque la mayoría de los organismos de la Tierra obtiene su energía del sol, los microbios arrastrados por el agua o latentes en el interior de la arenisca obtuvieron energía y carbono metabolizando siderosa, un mineral de carbonato de hierro distribuido irregularmente en la roca y estable única y exclusivamente en condiciones anaeróbicas. El oxígeno presente en el agua permitió a los microbios disolver esa siderosa, y el óxido de hierro resultante quedó precipitado en franjas de vivos colores.