Los valientes duermen solos nº 619
José Renau
(17 de mayo de 1907 en Valencia – 11 de noviembre de 1982 en Berlín Este. Alemania Oriental)
Bibliografía selecta
- Bellón Pérez, Fernando, Renau: la abrumadora responsabilidad del arte (Institució Alfons el Magnànim-Diputación de Valencia, 2008, Col. Biografías)
- Cancer Matinero, José Ramón, “Tras la huella de Renau” (Archivo de Arte Valenciano 2006, Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, Valencia, 2007)
- Forment, Albert, Josep Renau. Història d’un fotomuntador (Editorial Afers, Col. Personatjes, 1997)
- Ortiz Monasterio, Pablo, Josep Renau: fotomontador (Fondo de Cultura Económica, México, 1985)
Tras la guerra se exilia a México vía París donde comienza a ganarse la vida como cartelista y a través de colaboraciones con Siqueiros como muralista. Aunque ya había pintado algún mural muy decó en Valencia, uno destruido y otro que hoy languidece y se estropea en los baños de un restaurante italiano
Josep Renau, una de las personalidades más complejas en las artes visuales españolas del pasado siglo, parecía tener cierta afinidad con las fechas terminadas en 7. Nació en 1907 en Valencia (un 17 de Mayo). En 1927 se graduó en BBAA de Valencia. En 1937 se responsabilizó, junto a Max Aub, José Bergamín o José Gaos, del encargo del pabellón español en la expo de París a Josep Lluis Sert. También estuvo encima de las obras que estarían en ese pabellón como la Fuente de Mercurio de Alexander Calder, la Montserrat de Julio González, el Campesino catalán en rebeldía de Joan Miró, Alberto Sánchez Pérez y, sobre todo, el ahora revisitado Guernica de Picasso. En 1967 publicó The american way of life que solo pudo editarse en España en 1977. Su legado, aunque no toda su obra, se encuentra en el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) donde aprovechando el tirón del Guernica, se ha montado una pequeña pero muy interesante exposición sobre aspectos menos conocidos de Renau, famoso sobre todo como cartelista y fotomontador.
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Aquí se destaca su papel como diseñador de libros, revistas o cuadernos educativos así como su aspecto agitador, organizador y teórico. No es una exposición de aquellas que exija un viaje (aunque hasta el 18 de Junio se mantiene la estupenda Perdidos en la ciudad) pero desde luego complementa, no solo la personalidad de Renau, sino más de manera más amplia el ambiente político cultural que se vivía en la República Española ya en plena guerra civil. Abreviando mucho su biografía, Josep Renau Berenguer parecía destinado a lo visual. Su padre Josep Renau Montoro, era restaurador y también pintor y profesor en Escuela Superior de Bellas San Carlos de Valencia.
El joven Renau aprendería en casa y se matriculó en Bellas Artes, de donde acabaron expulsándole por un tiempo ante su actitud estéticamente rebelde. Esto provocó que su padre le enviara como castigo a trabajar a la Litografía José Ortega. En realidad tal vez fuera una bendición, dada la carrera posterior del joven Josep. Tras una exposición de bastante éxito en Madrid (1928) decide renunciar al mundo de la pintura. En 1931 se afilia al partido comunista (PCE) aunque ya había colaborado durante la dictadura de Primo de Rivera con alguna publicación anarquista como Orto. En este periodo, ya en la República, Renau combinó el activismo político y asociativo con la actividad profesional comercial. Tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de 1936, Renau fue nombrado director general de Bellas Artes y tras ser reemplazado en ese cargo pasó en 1938 a ser director de Propaganda Gráfica del Ejército Popular.
Su siguiente y ultima etapa comienza cuando, tras ser nombrado miembro del Comité Central del PCE, se traslada en 1958 (aquí falló el año por un dígito) a la RDA. Allí realizó sobre todo unos murales excelentes y además comenzó a realizar fotografías de desnudos femeninos sin vocación política explícita. También tuvo durante los 70 una especie de alumnado informal entre jóvenes de la RDA, donde era todo un personaje. Tras la muerte del dictador pudo regresar a España, aunque nunca llegó a instalarse aquí definitivamente y de hecho murió en Berlín en 1982.
Por lo general Josep Renau es conocido sobre todo por su carteles propagandísticos y por sus foto-montaje políticos. Pero es que hizo bastante más y parte de su obra sigue siendo muy desconocida en España. Los distintos trabajos se solapan en el tiempo, de forma que tal vez lo mejor sea individualizarlas: Esta fue la primera actividad profesional de Renau, de forma bastante intensa con la productora de cine valenciana Cifesa. En esa primera época la estética de Renau era art-decó, en franca ruptura con el sorollismo todavía imperante. Incluso en la introducción de nuevas técnicas, como el aerógrafo o la fotolitografía. Más adelante se vería influido por el cartelismo soviético, que aún mostraba la herencia del constructivismo. Esto se ve bien reflejado en los varios carteles realizados sobre la Feria de Valencia durante los años 30. En su etapa mexicana bajó notablemente la originalidad de sus carteles, sobre todo de películas. Hay que hacer notar aquí que, según se desprende de la misma biografía de Renau, hace casi un siglo era costumbre que todo cartel medianamente importante y representativo (corrida de la Asociación de la Prensa en Madrid, ferias de grandes ciudades, etc…) era objeto de un concurso donde se exponían los candidatos y se daban premios. A la vista de todo el mundo.
Los carteles políticos de Renau seguramente son lo más conocido de su obra, aparte de los foto-montajes. Algunos de esos carteles tenían como base fotografías y su carácter fue evolucionando de lo genéricamente revolucionario a, una vez adentrados en la guerra civil, lo puramente propagandístico. Es posible que este tipo de imágenes puedan ser vistas también como una variante del realismo socialista que para 1936 ya estaba perfectamente instalado en la URSS.
Solo que Renau raramente cayó en esa unión de Romanticismo y Realismo que por arte de magia habría de dar lugar a un arte revolucionario, sino que siguió utilizando técnicas de la vanguardia constructivistas con rasgos de art-decó. Tras la Guerra Civil continuó haciendo algunos carteles desde el exilio, pero como es lógico cada año en menor número. Desde los comienzo de su carrera y por su relación con la imprenta (llegó a fundar una empresa fotolitográfica en Valencia) Renau siempre tuvo relación con el mundo editorial, tanto en revistas como en libros. Es curiosa su estrecha relación con revistas de corte anarquista, incluso aunque ya perteneciera al PCE. Este es uno de los puntos fuertes de la exposición del IVAM y que no suele mostrarse en otro tipo de exposiciones.
Lo interesante es ver títulos como Profilaxis anticonceptual, Sexo y amor o Coitoen la editorial Nueva Cultura que habrían sido impensables antes de la república como impensables lo fueron después. Lo que es muy tremendo son cuadernos para escolares donde se alfabetizaba a los niños con lemas como la necesidad del Mando único (en el ejército republicano), en lo que hoy sería considerado como un adoctrinamiento político indeseable. Solo que España estaba en guerra y resulta complicado ponerse en el lugar de Renau. Uno de los aspectos más conocidos de Renau son los fotomontajes. En principio influidos por Max Ernst, pero mucho más definitivamente por John Heartfield. Aunque algunos de sus carteles sean en parte fotomontajes, los más interesantes y numerosos aparecerían en revistas o, más tarde en libros.
Como Heartfield, el foto-montaje de Renau tiende a lo brutal sin caer en lo muy emotivo. Por así decir, es tan evidente lo que se cuenta que ¿para qué hacerlo más gore? Josep Renau había realizado alguna pintura mural en Valencia pero desarrolló su muralismo en México, uno de los países donde el género había alcanzado mayor difusión. Su maestro en este sentido (hay que pensar que en 1939 y, a pesar de su trayectoria, Renau tan solo tenía 32 años) fue David Alfaro Siqueiros (1886 -1974). En México haría algún mural, bien por encargo del sindicato de electricistas, bien para una sala de fiestas como en el Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca, titulado España hacia América. Ninguna contradicción. En la RDA, donde el muralismo y su proyección popular encontraron una gran difusión en los años 60, siendo en muchas ocasiones la decoración urbana dominante (por única), Renau hizo obras verdaderamente estupendas y muy poco conocidas en España. Aunque en estado de semiabandono perviven las de Halle y, sobre todo, Erfurt. Conociendo lo que se hizo en aquellos años en la RDA, lo de Renau destacaba.
En realidad Renau siempre había hecho fotografías, pero más bien como ayuda para sus fotomontajes. Si necesitaba un cuerpo vestido de una manera concreta, se fotografiaba a si mismo y cambiaba luego la cabeza. Pero en Berlín y tras un cierto distanciamiento de la dirección del PCE, Renau se se volvió a un género nuevo: el retrato del desnudo femenino. No son desnudos absolutamente normales, pero si calificables como sensuales. Es muy interesante, porque prácticamente es la primera vez que trata el tema. La conversión ideológico-artística de Renau vino de un libro del revolucionario ruso Giorgi Plekhanov llamado Arte y vida social (1912-13). Y el mismo además de dar clases en Bellas Artes escribió artículos, dio múltiples conferencias y escribió alguna obra de referencia, como laFunción social del cartel pubilictario, publicado en la revista Nueva Cultura, fundada por el mismo Renau y en la cual también realizaba el diseño.
Y para finalizar con el asombrosamente prolífico trabajo de Renau, reseñar que como durante su etapa como director general propuso a Picasso como director del Museo del Prado, están los encargos para el Expo de París de 1937 (en la cual el mismo aportó grandes fotomontajes murales), el traslado a la torres de Serranos de Valencia de parte de los fondos del Prado, la protección de lugares y monumentos que podían sufrir bombardeos. Una actividad bastante frenética. Estaría bien que se le dedicara a Renau una exposición amplia y comprehensiva. Por regla general estás han sido parciales, sobre un aspecto de su trabajo, pero aun siendo esto lógico, ese trabajo, tan poliédrico, merece una visión global. Que también contiene una apreciación del arte, lo social y la política en unos momentos definitorios de nuestra historia.