Los valientes duermen solos nº 602
Iain Sinclair
(11 de junio de 1943 en Cardiff, Gales)
Es uno de los intelectuales de la psicogeografía, la antropología urbana, el situacionismo, la contracultura de los sesenta, el movimiento beat, el punk y la oposición política del tacherismo. Conoce a Blake, a Machen y a De Quincey, las fuentes soterradas de su obra
Iain Sinclair cree que J.G. Ballard se adelantó a su tiempo, describiendo un presente que hablaba de un futuro en el que las ciudades no serían más que contenedores de personas, sin ningún tipo de personalidad. En diciembre de 2016 se publica su primer libro el poema híbrido Calor de Lud, que en los 70 revolucionó la prosa poética y fue considerado un artefacto de vanguardia. Él, sigue hablando de ciudades, sigue paseando por ellas, psicocartografiándolas, aunque algunas ya están, dice, muertas. Javier Calvo, en su prólogo «Una terrible familiaridad» afirma que es una anomalía perturbadora que jamás se haya publicado ningún libro de Ian Sinclair en España (En ese momento, lo que se encuentra Javier Calvo se reduce a un par de relatos en un álbum de comics.) La ausencia es todavía más flagrante si se tiene en cuenta que el público español conoce las tradiciones de las que Sinclair ha sido pieza clave. El hecho de que aquí hemos publicado a muchos discípulos declarados de Sinclair y, sin embargo, desconocemos la fuente. Por sí solo, Iain Sinclair generó los textos más influyentes de la literatura inglesa de las últimas décadas: fenómenos tan dispares como el renacimiento de la psicogeografía, su alucinante fusión de deriva urbana quinceyana, los misterios de la Tierra y arqueología oculta en las iglesias de Nicholas Hawksmoor, el resurgir de la novela histórica inglesa en los ochenta a partir de Peter Acroyd, A. S. Byatt y de Alan Moore y Grant Morrison. No diremos que inventó los ochenta, pero sí el underground británico de los ochenta.
Bibliografía selecta
Lud Heat (1975)
Suicide Bridge (1979)
Downriver (1991)
London Orbital (Penguin, UK, 2002)
Hackney, That Rose-Red Empire (Penguin, UK, 2010)
La ciudad de las desapariciones (Alpha Decay, Barcelona, 2015)
Calor de Lud (Fire Drill, Valencia, 2016)
American Smoke (Alpha Decay, Barcelona, mayo de 2016)
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Iain Sinclair, el intelectual y poeta, el escritor vanguardista, amante de los mapas, que lleva años, décadas, enfrentándose, desde las páginas de sus libros, a la destrucción de la memoria histórica, a la mercantilización de la ciudad, la gentrificación y las consecuencias del avance destructor del capitalismo en las vidas de la gente, como recordaba Javier Calvo en el excelente prólogo a la edición de La ciudad de las desapariciones (Alpha Decay, 2015), pasea por Barcelona y se pregunta si los Juegos Olímpicos de 1992 tuvieron en la ciudad que presume de modernista el impacto «devastador» que tuvieron los de 2012 en Londres.
Londres no es la ciudad de Sinclair, que es galés, pero sí es la ciudad que más le ha obsesionado, sobre la que más ha escrito, y sobre la que, en vistas de aquello en lo que se ha convertido después de las Olimpiadas, jamás volverá a escribir. «Los Juegos Olímpicos literalmente destruyeron la ciudad. La convirtieron en un híbrido de ciencia ficción que recuerda a las distopía de J.G. Ballard. Se crearon edificios enormes, grandes moles con aspecto de aeropuerto, horribles, sin que se llegue a saber aún a día de hoy qué es lo que contienen exactamente, y se destruyó el espíritu de la ciudad», dice. También dice que Bolaño, Roberto Bolaño, su manera de escribir, desde esa especie de lugar deslocalizado, de ninguna parte profundamente arraigada, ha sido una gran influencia para el que hasta la fecha era el último de sus libros publicado en España: American Smoke (Alpha Decay), un viaje por Estados Unidos, de costa a costa, y de héroe caído a héroe caído -arrancando con Charles Olson, el poeta, el centro de casi todo en el volumen en cuestión-. A la salida de American Smoke ha seguido, este año, la de Calor de Lud (Fire Drill Ediciones), el poema con el que Sinclair demolió las fronteras del género, sumando al verso, prosa, documento, autobiografía y deriva psicogeográfica.