Historia del uno, de Fernando Krahn y María de la Luz Uribe

By diciembre 14, 2016Sin categoría

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Biblioteca Melocotón Grande
Álbum Ilustrado nº284

TRAS FISGAR EN LAS BIBLIOTECAS…
Historia del uno, de Fernando Krahn y María de la Luz Uribe

Cubierta e interiores © de la fotografía, Melocotón Grande, 2013

Pauta de valoración según la calidad de la obra

Edición española © Ediciones Destino, febrero de 2005
© del texto, María de la Luz Uribe, 2005
© de las ilustraciones, Fernando Krahn, 2005
Colección: Destino Infantil y Juvenil
40 pp. Cartoné. 22,5 x 23,5 cm
Impresión: Egedsa, España
✓A partir de 3 años

El contenido: Impecable
El tratamiento del diseño y edición: Suficiente

Reseña de Melocotón Grande 

«Tiene muchos dibujos graciosos, y una letra curiosa de leer. Intentan decirnos los dos autores que todos los números, del 0 al 10 (pequeños, marginados, o inteligentes), para todos hay una oportunidad. Es muy interesante y ameno para todos los gustos de lector.»
Reseña de Melocotón Grande, marzo de 2013

Ficha bibliográfica

«Mi relación con María de la Luz Uribe fue larga y rica. Desde que nos casamos en 1965 hasta su muerte en 1994, tuvimos tres hijos y fuimos autores de 19 libros. María de la Luz, escritora de ensayos y maestra Montesorri, tuvo una amplia producción de obras de teatro infantil y de libros para niños, la gran mayoría escritos en versos ágiles y graciosos. Una excepción fue «La Señorita Amelia», un libro en prosa que ganó el Premio Apel.les Mestres de Ediciones Destino en el año 1983. Era la nuestra una colaboración íntima, gustosa. La idea argumental de un libro podía surgir tanto del uno como del otro; juntos recorrimos distintos pueblos y ciudades de España en programas de iniciación a la lectura, lo que nos permitió estar en contacto directo con los niños que gustaban de sus versos y de mis dibujos. Como cada libro que sale a la luz «La historia del uno» tiene una razón de ser, una historia personal que, en este caso, se remonta a la ciudad de Nueva York. Durante los años que vivimos allí, ella escribió textos en inglés para dos de mis libros; uno de ellos: «The Life of Numbers». Este libro, editado en blanco y negro por Simon & Schuster, no llegó a circular porque coincidió con el cierre del departamento infantil de la editorial. Curiosamente, casi diez años después de su muerte, en uno de esos momentos en los que el recuerdo te lleva a lo tangible, encontré entre sus papeles un sobre con la traducción al castellano que ella misma había hecho. Fue entonces cuando albergué la idea de revivir el libro, pero esta vez a todo color. Me siento orgulloso y feliz de su publicación; es el más digno y sentido homenaje que se le puede hacer a mi íntima colaboradora, María de la luz Uribe.»
Reseña de Fernando Krahn de la edición impresa

«El número uno muy solo vivía, saltaba en su cama pero se aburría. Mucho más alegre su vida sería si con un amigo jugara algún día. Así es que salió de su casa y vio el campo brillante, el cielo y el sol. “Oh, que divertido” para sí pensó. “Buscaré un amigo y será mejor.”»
Reseña de la edición impresa

«En septiembre, mes que hemos dedicado a la memoria y el patrimonio, recordamos a María de la Luz Uribe (1936-1994) y Fernando Krahn (1935-2010). Ambos chilenos, pero que vivieron en España exiliados desde la década de los 80. Juntos crearon decenas de libros para niños, como Doña Piñones y Cuenta que te cuento. Los recordamos de la mano de la escritora y editora Verónica Uribe, quien fue cercana a ambos y ha publicado varias de sus obras en Ekaré. María de la Luz Uribe y Fernando Krahn crearon juntos una treintena de libros para niños de un humor sutil e inteligente. Trabajaban lado a lado, ella con las palabras, y él con imágenes que surgían de un sinfín de creyones, plumones, lápices y lapiceros que se amontonaban en su pequeño estudio. Ella era tranquila, pausada, de pocas e intensas palabras; él en cambio, era inquieto, nervioso y conversador. Vivieron en Nueva York, en Santiago y, largos años en Sitges, España. Allí tenían una casa de tres pisos alta y estrecha. Arriba, una terraza desde la que se divisaba el mar; abajo, un patio lleno de plantas donde se paseaba una gata a la que llamaban Té con leche. Ellos dos y sus tres hijos, Fernanda, Santiago y Matías eran una familia unida por el amor, el arte y el ingenio. “Vivimos en una burbuja de armonía; éramos los cinco, siempre, a toda hora”, dice Matías. Y a esa burbuja de armonía de la calle San Gaudencio llegaron muchos a disfrutar de la cálida hospitalidad que ofrecían: Nemesio Antúnez, José Donoso, Luis Poirot y otros artistas. Los libros de María de la Luz y Fernando cuentan historias en verso de liviano humor, con personajes amables y queribles. En Doña Piñones aparece una viejecita que vive asustada hasta que un niño la rescata y la lleva a pasear con los cuatro vientos; En la Historia del Uno, un solitario número 1 sale en busca de un amigo y no lo encuentra hasta que se topa con el cero. En Cuenta que te cuento, un rey de papel se desvela por su frágil reino. Aunque este reino de papel es una comarca imaginaria no puede uno dejar de pensar en la debilidad del ser humano, “somos una cascaritas”, dice Fernando, “un frágil envoltorio”. Y dice también que María de la Luz era ágil e ingeniosa en las rimas para niños, pero siempre con una idea de fondo reflexiva e irónica. “Allí estuvo la clave de nuestra felicidad creativa. Cada uno apuntaló al otro opinando qué se podía modificar para un ajuste adecuado de ilustración y texto. Nos complementamos muy bien, sin recelos.” Y así, este cuidadoso trabajo a cuatro manos los llevó a ganar el Premio Austral por Co s as y cositas y el Apel-les Mestres por La señorita Amelia. Pero la fuerza creativa de ambos se extendía más a lláde los libros para niños. Fernando fue un gran humorista publicado en las revistas y periódicos más importantes de Estados Unidos y Europa: Esquire, The New Yorker, Die Zeit, El País, La Vanguardia. Allí aparecieron sus Krahneologías y sus Dramagramas y una vasta obra que se exhibió en 1995 en el Museo de Bellas Artes de Santiago. Entre los dibujos de esta retrospectiva, destacan los que hizo para el libro Látigo de cien colas (1988), en colaboración con Joan Brossa. Son dibujos extraordinarios, un bestiario inclemente, un retrato agudo y penetrante de la sociedad en los que muchos vieron una ácida crítica a la dictadura. María de la Luz escribió mucho más de lo que publicó. Después de su muerte, Fernando encontró decenas de cuadernos y carpetas con sus diarios de vida, sus reflexiones y extraordinaria poesía. Para sus hijos fue un hallazgo insospechado, un redescubrimiento de la mujer que había sido su madre. Fernanda dice: “Mi madre, en fin, no era sólo “la mamá”, o la autora de innumerables libros infantiles, muchos de ellos salpicados de un muy especial sentido del humor, sino también esta otra persona, que desde su primera adolescencia se encerraba en sí misma para plasmar su arraigado sentido trágico de la vida en poemas de una inusual madurez.” Aunque Fernando vivó muchos años sin María de la Luz, ella estaba siempre presente en sus conversaciones, en sus referencias, en sus relatos. A mí me gusta recordarlos juntos caminando por alguna de las estrechas calles de Sitges, o sentados tomando té hablando de mil posibles proyectos, o más bien a Fernando dibujando y a María de la Luz tecleando en su vieja Underwood.»
Reseña de Verónica Uribé, Funación La Fuente, 23 septiembre de 2013

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