FiFo, el reclamo de la gran exhibición Film und Foto en Stuttgart (1929), da un paso adelante al presentar las obras y los creadores bajo el signo de un modo de pensar que, de manera explícita, no se interesa por lo «artístico», sino por todos los aspectos de un nuevo medio de comunicación: Floto y film. Lo recoge así Andreas Haus y así lo expone Gustav Stotz en la revista Das Kunstblatt, quien sintetiza su vertiente de «instrumento», de producto «actual», de inmersión en la composición del espacio, de la capacidad para fijar o provocar el tiempo.Sirvió de altavoz de las corrientes fotográficas de aquella época: nueva visión, nueva objetividad y fotografía directa. Todas con objetivos claramente ‘anti-pictorialistas’. Las masas, la ciudad, la cultura industrial, la insinuación del placer y la conquista de tiempo para el placer, los espectáculos, la recuperación popular del cuerpo, la playa, la excursión…, la verdad como verdad concreta y la imagen pública y documental como el más acabado topoi de esa época. Una época que comienza a partir de una guerra y que se vuelca en redefinir el realismo a través de su mudanza general desde el pensamiento. La foto tiende a su multiplicación (programación) en un objeto de uso como el diario o la revista. La sociedad se multiplica en el documental.