Los valientes duermen solos. Sueño nº 656
Eve Arnold
“…elegir a un sola persona…”
“…Si tuviéramos que elegir a una persona que destacara no dudaríamos en proponer a la legendaria Eve Arnold: una gran persona en un envase muy compacto. Eve Arnold es la quintaesencia del periodista. O, mejor dicho, es lo que la quintaesencia del periodista debería ser: una persona curiosa y visual. Arnold es, sin duda, una de las mejores fotoperiodistas del siglo XX, especialmente por sus retratos. Por sus objetivos desfilaron protagonistas de la centuria pasada, como la reina Isabel II, Jacqueline Kennedy o Malcolm X…” Elliot Erwitt para Magnum. Página 544
Bibliografía selecta
La fotografía del siglo XX. Museum Ludwig Colonia, de M. Bieger-Thielemann (Taschen, Colonia, 2007)
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Eve Arnold (21 de abril de 1912 en Filadelfia – 4 de enero de 2012 en Londres)
Cuando alguien se autorretrata con la terrible frase “Mi único infierno soy yo, mi única salida es el otro”, el tono de la conversación está claro desde el inicio. No hay trampas posibles con Antoine d’Agata (Marsella, 1961), que para corroborar con gestos lo dicho en palabras se retira la manga de la camisa y enseña las venas. D’Agata no solo es una gran estrella de la agencia Magnumy un artista y un ser humano sensible y frágil hasta más allá de lo razonable. También es un yonqui de la fotografía. No solo de la fotografía. También de lo que para él, según su profesión de fe, conlleva ir por el mundo haciendo fotos: “Compromiso, involucración, inconsciencia, deseo”. En el año 2003 la reina Isabel II la hizo miembro de la Orden del Imperio Británico por sus servicios a la fotografía. Llevaba mucho tiempo sin tomar fotos, y por aquel entonces solo se dedicaba a leer a los clásicos como Tolstoi y Dostoevski.
El rastro de esos años es difuso. En cambio, el del medio siglo dedicado a la fotografía es exhaustivo. Arnold conservó cartas, tarjetas, recortes, listas, entrevistas. Todo, aseguraba la periodista Janine di Giovanni en la presentación de Eve Arnold, volumen inaugural de Magnum Legacy, una serie de biografías ilustradas impulsado por la fundación homónima. Para su presidenta, Susan Meiselas, “ningún fotógrafo representa mejor que Eve el vínculo entre la generación fundacional de Magnum y el presente”.
A los 39 años, cuando Eve Arnold se presentó con su porfolio en la sede neoyorquina de la legendaria cooperativa de fotógrafos, Robert Capa ya llevaba tiempo rumiando que era necesaria una renovación: hacían falta nuevos profesionales que redefinieran la imagen de la agencia y documentasen la generación de la posguerra. Y quería mujeres. Arnold e Inge Morath fueron las pioneras.
Como la propia Arnold explicó en su primer libro, Eve Arnold. The Unretouched Woman (1976), “en mi trabajo hay temas recurrentes. Fui pobre y quise documentar la pobreza; perdí un niño y me obsesioné con el nacimiento; me interesaba la política y quise saber cómo afectaba a nuestras vidas; soy una mujer y quise saber más sobre las mujeres”. En los años cincuenta y sesenta, Arnold viajó a Haití, a Cuba, a Rusia, a Puerto Rico. Di Giovanni, veterana corresponsal de guerra, siempre vio en ella a una heroína, a un referente. “Demostró una tenacidad y una valentía absolutas en una época en la que las mujeres simplemente no hacían ese tipo de cosas”.
Son icónicos sus retratos a celebridades como Marilyn Monroe, Josephine Baker, Joan Crawford o Marlene Dietrich. En 1952, Arnold recibió el primer encargo de Magnum: fotografiar a la actriz alemana. Cuando vio el resultado de la sesión, Capa definió con admiración el ámbito en el que, en su opinión, se movía el trabajo de Arnold: “Metafóricamente hablando, su obra cae entre las piernas de Marlene Dietrich y las amargas existencias de los temporeros”.
El crítico y comisario Alberto Martín abunda en esta idea: “No debe ser fácil transitar con equilibrio entre el alto estatus de la fama y la vida a ras de suelo como lo hizo Eve Arnold. Esta condición se confirma cada vez que uno observa su obra, la diversidad de temas y sujetos que abordó a lo largo de su trayectoria. Su versatilidad —trabajó desde la moda al reportaje o el retrato—, probablemente encuentre anclaje en ese concepto tan etéreo y quizás manido, pero concluyente, que es la humanidad. Rebajar el icono, limar el glamour, hasta convertirlo en algo humano y accesible, sigue siendo un reto complejo”.