Sasha Stone

By febrero 3, 2018Sin categoría

MG. Sasha Stone

Los valientes duermen solos nº 566

Sasha Stone

(1895-1940)

El legado de estos fotógrafos fue enseñar el nuevo escenario berlinés, la luz de una ciudad que, como dijo Hessel, «estaba en el trance de convertirse en algo diferente».

Fotógrafo. Aleksander Serge Steinsapir nació en San Petersburgo, estudió ingeniería en Varsovia en 1911-13 y luego emigró a Europa, a Berlín, donde abrió un estudio fotográfico en 1924, el Atelier Stone, y publicó sus fotos de teatro, variedades, arquitectura y vida moderna en revistas como Gebrauchsgraphik, Die Dame, Die Form, Das Kunstblatt, Der Querschnitt, Die Wochenschau o Uhu. Hizo también fotomontajes publicitarios y cubiertas de libros, como Einbahnstrasse de Walter Benjamin (1928). Expuso en Film und Foto y Fotografie der Gegenwart (Essen 1929). En 1932 se trasladó con su esposa, Cami Stone, también fotógrafa, a Bruselas, donde publicó foto-libros y una carpeta de desnudos. Tras la invasión alemana de Bélgica en 1940 huyó hacia España para luego emigrar a Estados Unidos, pero al ser rechazado en la frontera, se suicidó. Sus fotos aparecieron en los años treinta en revistas como Bifur, Variétés o L’Art vivant.

El escritor Franz Hessel (1880-1941) teorizó en su libro Paseos por Berlín(1929) sobre el nacimiento de un nuevo tipo de urbanita, el flâneur, ese pequeñoburgués que podía permitirse caminar despreocupado por la ciudad y descubrir, con una nueva mirada, rincones antes inadvertidos. En esa manera distinta de percibir la metrópoli fue clave el papel de la fotografía. La galería madrileña Casa Sin Fin recuperó fotos de aquellos profesionales —que dieron un giro a su oficio en el Berlín de entreguerras— para su exposición Sospechosos.F lâneur en Berlín, título que procede de uno de los capítulos de la obra de Hessel.Al fin y al cabo, un tipo que deambulaba despacio por la ciudad mientras todos a su alrededor caminaban deprisa era sospechoso a ojos de sus paisanos.

En la muestra de Casa Sin Fin había instantáneas de fotógrafos como Friedrich Seidenstücker, con sus tomas cenitales de berlineses en los cafés de la capital y de momentos cotidianos sin importancia; las de la pareja Sasha y Cami Stone; las fotos de industrias que realizó Paul Wolff o el fotolibro Berlín, del refinado Mario Bucovich. Para estos profesionales, la ciudad era un organismo vivo. Ellos contaron cómo se estaba transformando una sociedad que parecía vivir la belle époque de París diez años después. El trabajo de estos reporteros quedó reflejado en un libro célebre, Menschen auf der Strasse (Gente en la calle, 1931) de J. Engelhorns Nachf, en el que expresaban la máxima de Hessel: «Conceded a la ciudad un poco de vuestro amor por el paisaje», como escribió el padre del recientemente fallecido Stéphane Hessel.

Los fotógrafos de esos últimos años de la República de Weimar publicaron en las mismas revistas, viajaron por Europa y «catalizaron un momento especial en la técnica de la fotografía y en la historia de su país», señala Rodríguez. Sin embargo, su suerte fue dispar, mientras Seidenstücker (1882-1966) «era reconocido y trabajó para instituciones», Peter Weller (1868-1940) tuvo gran éxito con su estudio berlinés al que acudieron a aprender de él, entre otros, Robert Capa. Wolff (1887-1951), difusor de las nuevas maravillas de la máquina Leica, se ocupó de la foto fija de las películas propagandísticas de la cineasta Leni Riefenstahl y Mario Bucovich (1884-1950) se hizo popular por retratar a las estrellas del cine alemán. Distinta fue la situación del matrimonio Cami y Sasha Stone (uno de cuyos fotolibros también se expone) por su ideología antinazi. En el caso de Erika Groth-Schmachtenberger (1906-1992), los seguidores de Hitler usaron sus series Trabajos en el campo y Usos y costumbres para idealizar la raza aria. El tornado de la guerra mundial provocó que la obra de algunos de ellos se destruyera o dispersara. «Lo que hizo el matrimonio Stone está aún por descubrir», destaca Rodríguez: Cami (1898-1975) fue una de las pioneras del fotoperiodismo y de la nueva fotografía publicitaria. La vida de su esposo, Sasha (1895-1939), merece una película: nació en San Petersburgo, se marchó a Nueva York, estudió escultura en París y Berlín, fue conocido por sus retratos de desnudos femeninos y murió cuando intentaba huir de la guerra para escapar a EE UU. Seidenstücker «está cobrando cada vez más valor» por su obra sobre el Berlín en ruinas.

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