De 8 en Opbouw

By noviembre 22, 2017Sin categoría

De 8 en opbouw

Los valientes duermen solos nº 519

De 8 en Opbouw

(Amsterdam 1929 – 1941)

Contracubiertas diseño de Paul Schuitema. Diciembre de 1934- octubre de 1935

«La revista de 8 en Opbouw fue editada desde 1932 hasta enero de 1943; poco después fue prohibida por los ocupantes alemanes. Estaba editada por un grupo de arquitectos de ideas afines, muchos de ellos amigos, que por principios y para dar ejemplo, intentaron de forma conjunta ofrecer su visión de una cultura funcionalista dentro de la sociedad de los años treinta.»

La piedra angular de la publicación la constituyó el ‘núcleo de arquitectos’ ‘De 8’ (el 8) de Amsterdam, más tarde fortalecida por su fusión con el ‘Grupo ‘32’, la rama más joven del Movimiento Moderno en Holanda. El segundo pilar fue su asociación fraterna con el grupo ‘Opbouw’ (Construcción) de Roterdam. Fue una asociación de arquitectos fundada en 1920 en Rotterdam que defendían la arquitectura moderna funcional y el constructivismo y contaba entre sus miembros a Mart Stam, J.J.^.Oud y Cotrnelis van Eesteren. Piet Zwart y Paul Schuitema, diseñadores gráficos cercanos a sus tesis. En 1936 editó un Fotografie-numer, y en junio de 1939 Dick Elffers y Wim Brusse diseñaron un Grafies-nummer en el que se repasaba el diseño holandés, con intervenciones de Gerard Kiljan, Schuitema, Henry Cahn y Zwart. 

El nuevo consejo editorial consiguió mantener once volúmenes anuales. Algunos forman parte de la mejor producción de la vanguardia internacional en el campo de las publicaciones entre las dos guerras mundiales. Aunque la calidad de la revista fluctuaba de alguna manera,incluso las entregas de menos éxito son de gran importancia histórica. En efecto, de 8 en Opbouw fue la única publicación periódica de vanguardia que —después del bien documentado y alabado Período Heroico de laArquitectura Moderna— siguió de cerca y acompañó de forma crítica el subsiguiente desarrollo del Movimiento Moderno en los años treinta. Naturalmente, esta segunda fase del Movimiento Moderno fue menos espectacular, ya que las nuevas ideas y conceptos ya habían sido formalizados en los años veinte en ‘máquinas’ tales como el bloque residencial en torre y la villas la ‘Siedlung’ y el concepto de la ‘Ville Contemporaine’.

La arquitectura también se había hecho abstracta. Después de la fase experimental, hubo que eliminar obstáculos y consolidar logros. Se hizo necesario avanzar y dar forma tangible a los experimentos y nociones antes de que pudiera dar comienzo la fase de aplicación general, para la cual se requería sobre todo una base social más amplia. La vanguardia tuvo que enfrentar la tarea de verse implicada en la maquinaria social y conseguir permeabilizar a la sociedad con las nuevas ideas, haciéndolo sin traficar con su verbo, frescura e imaginación y sin comprometer sus ideales. de 8 en Opbouw documenta este proceso no de lejos, encubierto en la seriedad de una publicación profesional, sino directamente, con enormes implicaciones humanas y una indestructible tenacidad. Esto es lo que convierte a la revista en un acontecimiento único en la historia del Movimiento Moderno.

A pesar del área tan restringida en la que se habla holandés, la Holanda ‘moderna’ tiene una riqueza relativa de publicaciones de vanguardia algunas de las cuales se han convertido en legendarias. Todo comenzó con Architectura (1893), De Kroniek (La crónica, 1895), Bouw-en Sierkunst (Arquitectura y artes ornamentales, 1898), y De Beweging (El Movimiento, 1905) para no nombrar más que cuatro; a estas les siguieron De Stijl (1917), Wendingen (Giros, 1918), y Mecano (1922); finalmente llegaron i10 (1927) y de 8 en Opbouw (1932) y mucho más tarde varias ediciones de Forum (1959). Estas revistas han pasado a la historia como hitos en los anales de la vanguardia.

Las razones por las que una revista alcanza status de monumento mientras otras no lo consiguen, no podemos hallarlas al analizarlas página por página, llegando por medio de una búsqueda diligente a través de los archivos, al tamaño de la edición, desenterrando nombres de editores y publicistas, analizando la política editorial, o describiendo la calidad de la composición, de las ilustraciones, del papel, de la impresión o de la encuadernación.Todo esto es importante y juega un estimable papel en el diseño, pero la razón fundamental es que una tiene continuidad, la otra es simplemente una explosión creativa de corta vida.

Tampoco los contenidos reales pueden ser la causa de un éxito histórico final, ya que en términos de profundidad y alcance las revistas varían enormemente y cada una tiene sus propios pináculos y puntos bajos, temas clásicos, piezas rutinarias y trabajo ínfimo obligatorio se suceden rápidamente. No es la calidad de los colaboradores como tales, sino el hecho de que una revista descubre temas de importancia vital y se las arregla para poner al descubierto, como sucedió, el espíritu de un período, lo que decide si antes o después alcanzará la inmortalidad. El saber si ha tenido éxito o no, será generalmente juzgado únicamente por generaciones posteriores, cuando la historia haya separado los números importantes de los secundarios y las líneas del desarrollo hayan llegado a ser discernibles. A este respecto, un elemento decisivo es la acogida dada a la corriente o movimiento al que está ligado el nombre de la revista.

Esta puede variar, —desde el rechazo a través de una aproximación interpretativa a la adulación— aunque el hecho de que cada generación a su vez se sienta obligada a decidir su posición con relación a esta corriente, la hace importante y da a lo transitorio un valor histórico permanente, sin tener en cuenta lo maltratado que, por los diferentes puntos de vista, pueda aparecer finalmente el cuadro. La tradición de 8 en Opbouw Aunque único en los años treinta, de 8 en Opbouw no fue un fenómeno aislado; fue el nexo de unión de una cadena de revistas. Los miembros de de 8 en Opbouw vieron las raices del nacimiento de la ‘Nieuwe Bouwen’(literalmente ‘nueva construcción’o ‘construcción moderna’: el Movimiento Moderno en los Países Bajos) en la obra y los escritos de H.P. Berlage, al pensar en la Bolsa de Amsterdam, las viviendas, el planeamiento urbano y la estética social que desarrolló. Lo que importaba a los arquitectos funcionalistas no era la forma de la arquitectura de Berlage, sino la actitud que ella representaba, esto es, la convicción de que la arquitectura necesitaba una renovación drástica si tenía que estar al servicio del colosal e inaplazable proceso de reforma social.

El edificio de la Bolsa es el símbolo arquitectónico de esta convicción, aunque con las viviendas de los trabajadores, Berlage contribuyó de forma decisiva a ese proceso, no solo de forma estética y simbólica sino también práctica. Supuso el amanecer de una nueva arquitectura que, tanto desde el punto de vista técnico como funcional, originó esta reforma como imagen, como elemento urbano y como renovación tipológica y lo expresó arquitectónicamente en el paisaje urbano. C. van Eesteren citó más tarde estas obras como un ejemplo que los arquitectos funcionalistas —con un salto gigantesco sobre el período de la Escuela de Amsterdam— tenían que seguir. Del programa de renovación integral de la arquitectura —planificación del terreno, construcción, apariencia, situación en el contexto urbano— algunos cometidos tienen que preceder a todos los demás: viviendas, escuelas e instalaciones sociales.

En ésto, las necesidades de la sociedad le sirvieron de criterio. Ya en 1893, Berlage había pedido esto en una controvertida conferencia, y con su publicación en Architectura consiguió la enemistad de muchos arquitectos incapaces de compartir sus radicales puntos de vista. La respuesta de Berlage a esta cuestión social de importancia vital queda expresada en cada nuevo pronunciamiento y se adapta a la continuamente cambiante situación como un leitmotif a través de la historia de la arquitectura en los Países Bajos. El programa de 1893 para una arquitectura social y democrática anticipaba mucho más la Nieuwe Bouwen que lo hizo la forma simbólica de la Bolsa. El Berlage radical de principios de los noventa estaba por entonces más o menos olvidado. Hubo una reacción post-moderna que recuperó la arquitectura clasicista y descubrió los valores eternos de las características regionales. En aquellos momentos, los primeros años de este siglo, surgió el tradicionalismo que se convertiría durante los años veinte y treinta en un descorazonador y exitoso adversario de la Nieuwe Bouwen. Las ideas de Berlage continuaron, sin embargo, teniendo efecto de forma anónima y tras las bambalinas. Más de cuarto de siglo después J.J. P. Oud, en la primera entrega de De Stijl, repetía palabra por palabra las propuestas de 1893, y en los años siguientes construyó monumentos de moderna vivienda social que continuaron influyendo en el concepto de esta tarea de la arquitectura.

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