Los valientes duermen solos nº 664
Marguerite Yourcenar
Marguerite Cleenewerck de Crayencour conocida como Marguerite Yourcenar (primero seudónimo, inventado con las letras de «Crayencour» menos la «c», y luego de nacionalizarse, nombre oficial) (Bruselas, Bélgica; 8 de junio de 1903 en Bruselas – 17 de diciembre de 1987 en Bar Harbor, Mount Desert Island, Maine, EEUU)
“No era una escritora parisiense, no realizaba ninguna vida social en sus esporádicos viajes a la capital francesa, no cultivaba ni los salones ni las amistades gremiales. Pero su obra es como una lejana y brillante estrella, quizá una de las mayores, surgida de la nebulosa de la literatura francesa: solitaria, singular y única. Las pasiones y concepción del mundo de la escritora hay que buscarlas en sus libros y no en su vida, que ella se cuidó siempre de mantener en silencio.”
Bibliografía selecta (Ensayos)
Marguerite Youcenar, de Jean Blot (París, 1980)
Yourcenar ou le féminin insoutenable, de Mathieu Galey (Ginebra, 1999)
Con los ojos abiertos. Conversaciones con Margerite Yourcenar (Barcelona, 1989)
Cómo leer a Marguerute Yourcenar, de Teófilo Sanz (Gijón, 1991)
Marguerite Yourcenar: la invención de una vida, de Josyane Savigneau (Madrid, 1991)
Marguerite Yourcenar: vida y obra en espiral, de Manuela Ledesma Pedraz (Jaen, 1999)
Obras
El jardín de las quimeras (Le jardin des chimères) (1921) (poemas)
Los dioses no han muerto (Les dieux ne sont pas morts) (1922) (poemas)
Alexis o el tratado del inútil combate (Alexis ou le traité du vain combat) (1929) (novela)
La nueva Eurídice (La nouvelle Eurydice) (1931)
El denario del sueño (1934) (novela)
La muerte conduce la trama (1934) (novela)
Fuegos (Feux) (1936) (poemas en prosa)
Los sueños y las suertes (Les songes et les sorts) (1938)
Cuentos orientales (Nouvelles orientales) (1938)
El tiro de gracia (Le coup de grâce) (1939)
Memorias de Adriano (Mémoires d’Hadrien) (1951) (novela, traducida al español por Julio Cortázar, entre otros)
Electra o la caída de las máscaras (Électre ou la chute des masques) (1954)
Las caridades de Alcipo (Les charités d’Alcippe) (1956)
Présentation critique de Constantin Cavafy suivie d’une traduction des Poèmes par M. Yourcenar et Constantin Dimaras (el), Paris, Gallimard, 1958 (réédition dans la collection poésie/Gallimard en 1978 et 1994)
A beneficio de inventario (1962) (ensayos)
Opus nigrum (L’Œuvre au noir) (1968) (Prix Femina)
Teatro I y Teatro II (1971) (obras teatrales)
Recordatorios (Souvenirs pieux) (1973) (primera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
Archivos del norte (Archives du Nord) (1977) (segunda parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
El cerebro negro de Piranèse (Le cerveau noir de Piranèse) (1979) (ensayo)
Mishima o la visión del vacío (Mishima ou la vision du vide) (1980) (ensayo)
Como el agua que fluye (Comme l’eau qui coule: Anna, soror…, Un homme obscur, Une belle matinée) (1982)
El tiempo, gran escultor (Le temps, ce grand sculpteur) (1983) (ensayos)
¿Qué? La eternidad (Quoi? L’Éternité) (1988) (tercera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo, publicada póstumamente; inacabada)
Peregrina y extranjera (En pèlerin et ètranger) (1989) (recopilación póstuma de ensayos)
Una vuelta por mi cárcel (Le tour de la prison) (1991) (recopilación realizada por la autora de catorce textos de viajes, la mayor parte sobre Japón y el último inacabado, publicada póstumamente)
La escritora Marguerite Yourcenar, de 84 años, falleció a las dos de la madrugada (hora peninsular) en el hospital Bar Harbor, en el Estado de Maine (Estados Unidos), cerca de su residencia en la isla de Mount Desert, a consecuencia de un ataque cardiaco. Yourcenar, que residía en Estados Unidos desde hace 40 años, fue ingresada hace unas semanas en el hospital por problemas de corazón. «Ella murió en paz», declaró J. E. Murley, la enfermera de servicio. La autora de Memorias de Adriano había nacido en Bélgica y tenía nacionalidad norteamericana y francesa. Semanas antes de ser ingresada preparaba el tercer tomo de sus memorias. El pasado mes de octubre fue galardonada en Estrasburgo (Francia) con el premio al escritor europeo del año. Tanto el presidente francés, François Mitterrand, como el primer ministro, Jacques Chirac, lamentaron la muerte de la autora de Archivos del Norte. Considerada como una de las mejores autoras, sino la primera, de novela histórica, su fama arrancó, en nuestro país de la publicación de Memorias de Adriano, un insólito éxito de ventas de calidad. Hizo de sus obras un espejo en el que el hombre contemporáneo pudiera reconocerse. Pero ninguno de los académicos y escritores consultados ha sabido explicar la influencia y el lugar exacto de Yourcenar en las letras francesas.
Material de prensa: presentación, notas y cronología
Marguerite de Crayencour, más conocida por el anagrama de su apellido, es la primera mujer que ha entrado en la Academia Francesa (después de una misoginia que se prolongó por espacio de 346 años), o «la primera mujer inmortal», según gustan decir algunos parisienses. Para ello fue preciso que recuperara la nacionalidad francesa, gestión que facilitó el anterior presidente ¡de la República, Giscard d’Estaing, que quiso estar presente en su toma de posesión del sillón vene rable.Marguerite Yourcenar había adoptado la nacionalidad norteamericana a partir de su instala ción en Estados Unidos durante la II Guerra Mundial, pero, aunque había nacido en Bruselas hija de padre francés y de madre belga, pasó buena parte de su juventud en el Flandes francés.
Por su lengua («la única patria para el escritor», según Michel Tournier, otro académico) jamás dejó de ser una escritora plenamente francesa. En el pueblecito de Mont-Noir, en el departarnento del Norte, donde hay un pequeño museo dedicado a la autora de Archivos del Norte, conservaba todavía a dos viejas amigas de juventud, a las que visitaba regularmente cada vez que viajaba a Europa. «Antes de morir quisiera ver otra vez los jacintos azules de Mont-Noir», le había dicho al al calde del pueblecito en su última visita. El alcalde le mandó a Petite Plaisance, su propiedad en la isla de Mont Desert (Estado de Maine), unos bulbos de los jacintos añorados.
Marguerite Yourcenar, francesa por parte de padre y por parte de lengua, volvió a serlo en los papeles en 1981 para poder entrar en la Academia. Pero lo era también por los lectores. Dos obras suyas, Memorias de Adriano y Opus nigrum,han sobrepasado largamente los 600.000 ejemplares de venta en Francia. En París se debe concentrar la masa más importante de lectores suyos y está también su editor, Gallimard, que acaba de ofrecer a los yourcenaristas incondicionales el último libro de la escritora, una pequeña joya donde Yourcenar regala a sus lectores con una antología de pequeños textos que le han acompañado a lo largo de muchos años. El corto prólogo a esta selección fue escrito hace un año y medio, cuando fue hospitalizada por primera vez, y es en el fondo un homenaje a su secretario, Jerry Wilson, fallecido a los 36 años, que le había acompañado en sus viajes en los últimos años, después de la desaparición de su amiga del alma Grace Frick.
El título de esta obra es La voz de las cosas, y en él hay numerosas traducciones realizadas por la propia escritora, acompañadas por las fotos de Wilson. Pero lo más interesante es que se trata de un auténtico breviario de meditación sobre el mundo, la vida y la muerte, en el que se hallan textos orientales y evangélicos, versos de grandes poetas y de cantantes contemporáneos. En ellos Yourcenar parece querer descubrir a sus lectores el secreto casi religioso de su vida y del estoicismo que le permitía tener preparada, en su jardín de Monts-Déserts una placa de mármol negro que hasta ayer decía «Marguerite Yourcenar, 1903-19…». La recepción en la Academia en 1981, recuperada plenamente como escritora francesa y como mujer, fue retransmitida en directo por la televisión. Desde entonces, ninguna otra mujer ha entrado bajo la cúpula de los supuestos inmortales.
Yourcenar no se acercó nunca más al edificio del quai de Conti, donde está la institución, en homenaje a las palabras pronunciadas antes del reconocimiento por la cultura oficial. «Los académicos», había dicho, «son unos payasos, y las mujeres no tienen nada que hacer allí». La notoriedad de su incorporación a la asamblea masculina de las letras oficiales le proporcionó la popularidad y la veneración que hasta entonces compartían sólo los lectores más advertidos. El primer ministro francés, Jacques Chirac, al conocer la noticia desu muerte, rindió homenaje a la escritora y aseguró que su obra es «una lección sobre la moral y el poder», en referencia obvia a sus Memorias de Adriano, su obra más popular, principalmente entre los dirigentes políticos. El presidente de la República, François Mitterrand, manifestó ayer que con la muerte de Yourcenar desaparecía «una de las grandes escritoras de este siglo».