LVDS 1250, escribe IRIS el texto, nos advierte GERALD MANLEY HOPKINS


COLECCIÓN VEINTIOCHO LUNAS
SERIE DIECIOCHOAVA LUNA
L
OS PECES SON EL PRINCIPIO DEL FUEGO

 

                              ES UNA NOCHE QUE ME PARAS Y ME PREGUNTAS POR… El arco espectral del firmamento al que hoy llamamos arcoíris había cautivado a mi abuela María. Había sido fuente de asombro, mitos y supersticiones. Entre los antiguos pueblos semitas de Oriente Próximo, el arcoíris señalaba la transición desde una edad remota de iniquidad creciente hasta la nuestra, un tema que penetra en nuestra tradición a través del libro del Génesis. Para mi abuela María el arcoíris era una manifestación de la diosa Iris. Taumas, el dios del asombro se enamoró de su compañera Electra; hija del profundo Océano; ella engendró a la presta Iris. En griego, thaumas significaba «milagro«: unía al profundo mar del Océano. El arcoíris es el retoño del agua y del asombro. El espectro de colores que abarca desde el cielo hasta la tierra se convierte de forma natural en el puente que une los dos mundos. Para Polinesia e India era un camino que permitía a las almas llegar al mundo superior; al flotante puente del cielo. En los Edda islandeses, el diós Odín adoptó la forma de Gylfi y preguntó por el sendero que llevaba del cielo a la tierra. El poeta Gerard Manley Hopkins captó el enigma en su juventud: «Ha sido difícil deshacer este nudo. El arcoíris brilla, pero sólo en el pensamiento que lo mira. Aunque no sólo ahí pues ¿quién crea un arcoíris por la fuerza de la imaginación? Si muchos observan una cascada, hay un arco por espectador, no el mismo para todos, sino cada uno un poco más lejos que el siguiente. Sobre el agua que cae, el sol escribe el texto, que sin embargo, está en el ojo o en el pensamiento. Ha sido difícil deshacer el nudo.» Esta capacidad de asombro es la señal de la poesía. En verdad, la filosofía no tiene otro origen, y quien hizo de Iris la hija de Taumas era una buena genealogista.

El libro Prosa Completa, de Gerald Manley Hopkins llevaba listo cuatro años, y, en palabras de la propia Guadalupe Arbona (responsable de la Serie) se nos advierte (para quien se asome por primera vez a la persona y la obra de nuestro autor) esta obsesión de los críticos (Arthur Mizener, F.R. Leavis, Harold Bloom) por las etiquetas “autor victoriano y decimonónico del mundo de Dickens, Eliot y Trollope”: paisajes fabriles, colleges meditabundos, severidad anglicana y horizontes imperiales. El poeta murió antes de cumplir los cuarenta y cinco años, prácticamente inédito, con el único reconocimiento de los poemas juveniles. En 1918, tres décadas después, su amigo Robert Bridges se decidió a publicar los poemas que en vida el poeta había recopilado en una carpeta. “el pobre eco que recibió el libro en primera instancia, pues costó diez años vender los 750 ejemplares de la edición» Sin embargo, en los inicios de la Segunda Guerra Mundial Hopkins era un símbolo de admirar para la poesía inglesa. T. S. Eliot fue el mayor impulsor de los escritores de Bloomsbury en su admiración por la poesía de Hopkins; y varios de los nuevos poetas de la generación de los treinta, como Auden y Cecil Day Lewis, coincidían en “apreciar a Hopkins por encima de cualquier contemporáneo suyo y lo situaban, junto con Owen y el propio Eliot, en la tríada de los autores más válidos del idioma para quienes empezaban a empuñar la pluma.”. Con minuciosa y elocuente claridad, la edición nos va adentrando hasta revelarnos la enorme lucha que ha mantenido nuestro poeta: “sus versos delatan a menudo la voluntad de ejercer sobre el lenguaje llano del enunciado común una violencia a la que los poetas del modernism serían especialmente sensibles; sus construcciones preferentemente asindéticas, refractarias a la subordinación, caminarían de la mano de la inclinación vanguardista por reducir o suprimir los nexos y el hierro de la gramática en general; su vivísimo interés por la musicalidad adelantaba la conciencia de los simbolistas de que la poesía debía construir de la muisque antes que otra cosa; y su acendrada conciencia lingüística contemplaba la palabra como objeto (cuya concreción y viveza, eso sí, debía propiciar un eco de la concreción y la viveza de la experiencia sensible), en una “desautomatización” del lenguaje que casi sugiere un formalismo avant la lettre. El propio Hopkins reconocía en una de sus cartas a Bridges que el peligro de esta decantada opción poética era la “extrañeza”, un alejamiento excesivo de la norma linguística. Como ha señalado Isobel Armstrong (1993, 430), nuestro poeta lleva al idioma al límite de la legibilidad, a lo grotesco incluso. La dicción de Hopkins, por ejemplo, es marcadamente anglosajona y exhibe una clara preferencia del vocablo de origen germánico sobre el sinónimo romance con lo que alejaría de la norma más frecuente desde siglos atrás y adentrada por los poetas augustos; pero como ha estudiado James Milroy (1986, 82), esta decantación de Hopkins guarda relación con el creciente interés por las variedades dialectales característico de la época, del que el lector encontrará abundantes testimonios en los diarios y cartas de este volumen, y con purismo germánico ya iniciado por Cobbett, Hazlitt y Thomas de Quincey. Otro tanto puede decirse de la “densidad” formal de la poesía de Hopkins, tan ajena a la llaneza del blank verse de Wordsworth que ocupaba el centro del sistema de la poesía victoriana. Una obra extraordinaria que vendría apoyada por la idea de Walter Pater de que todas las artes convergen en la música. Hopkins era ese victoriano anómalo que continuaba la naturaleza objetiva” y “sensual” del propio Keats.

En Las vicitudes de la prosa se haya la historia sobre la muerte del poeta y sus papeles en su habitación de St Stephen’s Green, en Dublín.

«Medio siglo más tarde, en 1952, murió a los 97 años Lionel, último hermano del poeta que quedaba vivo, y Humphry House -quien había editado en 1937 una selección de escritos de Hopkins que incluía sus ensayos como estudiante de Oxford, junto con diarios, cartas y sermones- encontró en la casa familiar setenta nuevas cartas, notas escritas durante algunos retiros espirituales, dibujos y composiciones musicales y gran cantidad de material de la familia (fotografías, recortes de diverso género, cartas, etc.). Entre estos documentos había cartas de Bridges a la madre del poeta y a su hermana Kate que sugieren que el poeta laureado requirió de la familia una suerte de reconocimiento como albacea literario de su amigo y que quemó con su permiso los papeles carentes de interés. En realidad el propio Hopkins no solo destruyó cuantos poemas había escrito, sino que además muchos de sus cuadernos y cartas. En una carta a su amigo A.W. M. Baillie, por ejemplo, le comenta que acaba de hacer una limpia en la que se ha desprendido de escritos que guardaba desde colegio. Cuando en 1909 el padre Keating se interesó por esta documentación, desde Dublín se le respondió que tenían la impresión de que Hopkins había destruido muchos manuscritos. Y sus propias hermanas quemaron a su muerte un diario sobre cuya cubierta había escrito el poeta “No leer, por favor”. Mientras tanto muchos papeles que había permanecido en Dublín pasaron a manos del padre Henry Browne, sucesor de Hopkins en la cátedra de griego, y otros permanecieron en el escritorio del poeta sin ninguna supervisión ni cuidado, de tal modo que cualquiera que se interesase por algún escrito podía tomarlo en préstamo y no devolverlo jamás, como a menudo sucedía. Lo que nos ha llegado, en consecuencia, constituye los restos de un naufragio sucesivo. Keating, no obstante, logró reunir lo suficiente como para publicar tres artículos.”

Una afición escapista, una honda inquietud espiritual y una tendencia iconoclasta. El Zeigeist victoriano sugiere una dialecta entre extremos opuestos. No supone una respuesta sino una serie de preguntas, determinada por la llegada de la revolución industrial, el desarrollo de las grandes ciudades, el cuestionamiento colonial y el liberalismo religioso, la aparición de la figura profética de la escritura, la pintura, la novela de tema social. En este sentido el victorianismo de Hopkins es abrumador: sus reflexiones sobre Wordsworth y Tennyson, sus alusiones a Kant y Hegel solo eran posibles tras un profundo impacto que el idealismo alemán había producido en autores como Coleridge y Carlyle; su referencia velada al Laokoon de Lessing no podía obviar lo decisivas que las ideas del erudito alemán habían sido para autores como Arnold; sus citas a Shelley permiten entrever sus ideas políticas o sus especulaciones metafísicas. Su admiración por Keats entre críticos como su amigo Leigh Hunt. Sus constantes menciones a Morris, Millais, Rossetti y Burne-Jones. Los ensayos de Richard Payne Knight y William Gilpin sobra la estética. Las poses provocativas de Swinburne y las formas estróficas alambicadas de Garnett, así como su cercanía a Coventry Patmore o sus discusiones con Bridges. Compartía con Keats su geografía infantil, sus recuerdos de Hampstead.

El cultivo de su dibujo y la pintura era una costumbre familiar hasta un grado extremo. Su padre, Manley Hopkins, hacía dibujos a tinta, a veces para ilustrar sus propios cuentos, y llegó a publicar viñetas, poemas y artículos en All the Year Round, periódico que dirigía Dickens, y en Once a Week, donde publicarían también sus ilustraciones Millais y Frederick Walker. Su hermano Arthur llegó a ser ilustrador del Punch. Su padrino Edward Martin Hopkins era acuarelista, como lo era la compañera de este, Frances Anne Beechey, reconocida artista. Su tía María estaba casada con el acuarelista George Giberne. Estaban la hermana de George, Maria Rosina, pintora y dibujante; otra hermana de la madre de Hopkins: Matilda, y un hermano, Edward, que dejó la abogacía por los pinceles; y Richard James Lane, tío abuelo de Hopkins, que era grabador de la Real Academia. Algo parecido cabe entrever en las cartas de Hopkins a Bridges de 1871: se alaba al “artesano inteligente”, la dignidad del trabajo manual que Carlyle había enarbolado en Past and Present (1843) y a las ideas de Ruskin y Morris sobre la continuidad entre artesano y artistas, que darían lugar al movimiento Arts & Crafts; además declaraba tener en mente “el futuro comunista” y esperaba “la revolución”, e incluso afirmaba ser él mismo un comunista “a su modo”, en un posicionamiento que se acercaba a las tesis de Carlyle y Morris (si bien el propio Hopkins advertía que los recientes acontecimientos de la Comuna, en los varios jesuitas habían sido asesinados). Con sus palabras el poeta se aproxima a los mencionados Carlyle, Morris y Ruskin. Si en Unto This Last (1860), su libro de contenido más político, Ruskin se negaba a conceder todo estatuto científico a la economía y criticaba su deshumanización, las cartas de Hopkins siguen muy de cerca estos términos. Los barrios más populosos de Glasgow y Liverpool le había permitido asomarse a realidades sociales muy alejadas del plácido Hampstead de su infancia o de los delicados quadrangles oxonieses, y el resultado era una conciencia social y un juicio severísimo sobre su tiempo. Si críticos como Coulthard, Carroll o Flecher Hammerton lamentaban que el sacerdocio de Hopkins hubiese estragado en él al poeta, otros, como John Bailey (1991), afirman lo contrario.

Guadalupe Arbona ha cotejado para esta edición numerosas dificultades que tienen que ver mayormente con su carácter minucioso y preciso. Casi la totalidad de los papeles póstumos de Hopkins es de naturaleza puramente privada. En cualquier caso, la edición española está ahí. Dan fe de este testimonio impagable, de su sentido del humor, su afición al folclore y a las historias de fantasmas, su oído para las variedades dialectales del idioma y, por supuesto, su interés por los fenómenos meteorológicos. Los valientes duermen solos.

www.losvalientesduermensolos.com

 

La Imagen que aparece en la Cubierta es de pronto una pintora alemana que parece huir de ambas atribuciones
La Imagen que aparece en la Contra son esas mismas pinturas realizadas a partir de 1987

 

 ✍ Viógrafía y se hizo impreso tras fisgar Joaquim Jordà. Estímulos. Diseño de la cubierta de Víctor García Tur, a partir de un diseño original de Astrid Stavro/Atlas. Composición de LolaBooks. Selección de textos y edición de Jordi Balló y Albert Elduque. 20 x 12 cm. pp. 160. col. Els petits d’Arcadia. Editorial Arcadia. Rústica. Esta primera edición se imprimió en Romanyà Valls el mes de enero de 2023.]

🫰Nuestros oídos captan las ondas sonoras del (A1), Abstraction, de Amanda Whiting. Lost in Abstraction (Vinilo, 2LP, Álbum, Edición limitada, A5 y B5) Artwork de Norris Yim. Este primer planchado se publicó en UK el día 27 del mes de mayo del año 2022, por Jazzman Records. Grabado en Fieldgate Studios. Bajo de Aidan Thorne. Batería de Jon Reynolds. Flauta Alto de Chip Wickham. Harpa, Compuesto y Producido por Amanda Whiting. Percusión de Baldo Verdú. Saxo Tenor de Chip Wickham.

 

Bienvenidos a Los Valientes Duermen Solos
Continuemos el camino

 

 

 


 

Acompañando cada Luna de estas Series, cuido la selección de una imagen de Cubierta y otra de Contra que es, al igual que la música, un humilde homenaje a la Obra desde un ejercicio de Transparencia, basado en los principios de Horizontalidad. Creo totalmente necesaria la accesibilidad a la cultura y la necesidad de generarla desde posiciones críticas. Para conseguir las imágenes, me he alejado de la red para no hacer público sus nombres a especuladores y monopolios. Podéis ver un capricho. Quizá vanidad. Pero no, el necesario contraste que invoca los rasgos de la era contra cultural. Es una exigencia propia para torcer la mano hábil y ligera de quienes saben deslizar imágenes y datos donde conviene o desea hacernos ver. Cada imagen utilizada, lleva acreditada su autoría. En este Dormitorio deseo Despertar vuestro interés por estxs artistas. Y para facilitaros la tarea de búsqueda de recursos, os dejo a mi disposición toda la información. Quien quiera saber que me escriba un Comentario y se lo mando por correo o carta ordinaria.

Las imágenes proceden de un material gráfico de indudable gancho, knockouts fotomecánicos, a lo que hay que añadir ilustraciones que han sido cedidas por lxs propixs autorxs: publicaciones físicas: originales, portafolios, láminas o bien, impresos de ejemplares descatalogados y todo eso que los sabios denominaban «REFERENCE BOOKS» que se vendían en rastros y librerías especializadas. Hubiese podido robar imágenes de la red: pero es degradante y cobarde, y hasta castigado por vuestras leyes que hacen un delito de la miseria. Los diarios excesivamente precisos son el final de la libertad: por eso sólo los períodos «vacíos» que se interponen son los plenos. Trabajo para dormir. Prefiero ser porquero y que me entiendan los cerdos.

Termino con una cita sacada de Anarquismo, una introducción, de mi querida amiga Dolors Marin: «El hurto sólo existe a través de la explotación del hombre por el hombre… cuando la Sociedad te quita tu derecho a existir, tú debes tomarlo.»

Tras fisgar Viógrafía y se hizo impreso. Finales de 1986. Tengo siete años. Mi habitación es oscura y lóbrega. Soy Valiente. Duermo solo. Donde no alcanzan los rayos del sol alcanzan las notas musicales. Mi padre (Pedro Valera) se encarga de la cenas y de quitarme los libros de la cama al quedarme dormido. Mis padres me regalaron una lámpara de papel. Acudir a esos libros, vhs, cintas, vinilos, es natural en mí incluso antes de saber mirar, leer y escuchar. Para conocerme a mi mismo fue necesario retroceder hasta el hoyo del magma. Soy hijo de nuestro Barri Xino: El Raval: en su día llamado «siniestro» o «tenebroso» (los barrios chinos, los lugares del hampa). Los Archivos de Los Valientes Duermen Solos aparecen al ver una mujer deslizarse por las calles con un abrigo bastante decrépito de color verde que ya amarillea y me recuerda con viveza mis primeras pinturas. Basta con adquirir una Holga de plástico para capturar la imagen; una olivetti lettera 25 para mecanografiar el texto, y un inves 8086, para indexar los primeros documentos físicos en un archivo electrónico. Apunto notas de poética, lecturas de toda clase, observaciones sobre la vida cotidiana, aforismos, borradores, viajes, referencias pictóricas: son embriones o gérmenes o ideas en estado primario. Esas notas se encuentran agrupadas en cuadernos, de los cuales el primero abarca desde junio de 1993. Me propongo a darles un formato a modo de fanzine, escogidos de aquí y de allá con el objeto de ofrecer unos papeles inéditos de personajes que probablemente no existen, pero que de algún modo debieran haber existido. Sin contar lo que está desperdigado, se puede asegurar que no se ha publicado ni el uno por ciento de todo lo que ha desaparecido, o bien se ha ocultado, borrado, perdido, enterrado, quemado, olvidado. Es esa clase de ritmo, de voces, de ideas encontradas en esos objetos polvorientos de agujero de bala.

En mi caso, tenía veintiún años cuando di lugar a mi primer molde, tipo o caracteres. Emulaba así a un fundidor de tipos, antes de que el sistema se mecanizara, añadiendo la aleación de estaño y antimonio en caliente. Las minervas semiautomáticas, fabricadas a principios del siglo XX, con las que trabajé, podían producir hasta veinte mil letras por día, mientras que con los procedimientos anteriores apenas llegaba a dos mil quinientas. Habría que empezar por definir qué entendemos por tal palabra: imprenta. Pues bien, Gutenberg no inventó la imprenta. El mundo gráfico ha ido constantemente incorporando su quehacer nuevos productos hasta desembocar en la diversidad actual. En vísperas del año 2000 decido hacer una excursión por el Turó de l’Home. Me llamó la atención una pareja inclinada hacia todos lados y entre sí; dos palabras del texto sin espacios: ArsGravis. Raimon Arola y Lluïsa Vert vivían apartados de cualquier marco confesional y religioso, apartados de posibles abusos sincretistas de ciertos medios esotéricos y espiritistas, apartados, también, de las obsesiones científicas que pretenden explicar una experiencia mediante la erudición. De la misma forma, la luz de una vela tiene una realidad física y una función concreta, que es iluminar, pero desde la trama de significados que la envuelven, la luz de la vela abre un ámbito rico de significados, pues su luz nos abre una atmósfera de intimidad y cercanía. «ArsGravis o «arte grave», en el sentido de «profundo, noble, importante, trascendente…», pero también y básicamente, un arte «de peso» o más exactamente, un arte que «da peso» a lo sutil e invisible.», dice Raimon. ArsGravis crea unas emociones extrañas de encantamiento en la mente, produciendo un choque y un estado en el que la emoción y el poder seductivo superan la razón. La ilusión se une aquí con la magia. La visión personal que se tenía de la producción ars en la antigüedad, se entendía como algo que se aproximaba al desarrollo de las leyes eternas de una operación: la destreza de un trabajo individual colectivo libre que se ejecuta de acuerdo con los principios de la belleza absoluta, cósmica, divina y supersensorial del Caos: estado originario y confuso de la materia. Esa visión se esforzó por establecer retratos de personas disfrazadas, de manera convincente, fingiendo ser otra persona. Puede tratarse de autorretratos o de retratos de otros. Paula Rego, por ejemplo, se pintó así mismo en un traje oriental, como el filósofo Demócrito, similar al retrato de Rembrandt. En mi trabajo he conocido estados de conciencia alterada extática o frenética, además de las alucinaciones. De hecho, la capacidad de pasar, voluntariamente o no, de un estado de conciencia a otro, es otra característica universal que forma parte del sistema nervioso humano. El ars parece indisociable a esto último: hay una rica y cautivadora tradición/traducción que ha ocultado su identidad en cada una de las entradas del blog (a cada entrada se añaden nuevas moradas del ser). Comparto esta investigación con el interés de entusiasmaros en cada nueva entrada. Asumir el compromiso de formar y formarse en plenitud, y ayudar así a cumplir con mi «misión cósmica» de preparar el hogar y la morada del ser. compartiendo tragos en un café cantante que asolará Barcelona, al mundo del cuplé, el charlestón, los cabarets legendarios. Aquella última bohemia está a punto de despedirse para siempre jamás. Lo que vino a continuación fue una maquina de desmemoria. Un espantapájaros hubiese sido suficiente para infundir respeto. Actualmente he preferido hacerme contrabandista. La memoria es un regalo si sabemos ser Valientes y Dormir Solos. La morada del ser ayuda a dar luz en las siguientes personas. Los valientes duermen solos: abarqueras, abatidas, abiertas, abortadoras, abrazafarolas, absorbidas, abuelas, acabadas, aceradoreras, aceñeras, acrobatas, actrices, acomodadoras, acosadoras, afiladoras, africanas, afros, agentes, aguadoras, ahuyentadas, ajorradoras, aladreras, alambiqueras, albarderas, albañiles, alcahuetas, alejadas, alfareras, alfeñiques, alfombreras, algodoneras, alimañeras, alocadas, alquimistas, alucinadas, amanecidas, amaneradas, ambulantes, anacoretas, analfabetas, anarquistas, andadoras, anestesiadas, aniquiladas, anónimas, antetodos, antiartes, antifascistas, antipersonas, antisociales, antitodos, antitodo, anunciantes, aparcacarros, aperadoras, apestadas, aplastantes, apresadas, apocalípticas, árabes, armoniosas, arrieras, armadas, armeras, arrastradas, arrepentidas, arribistas, arrodilladas, arroyadoras, arruinadas, artesanas, articulistas, artificieras, artistas, aserradoras, asiáticas, astutas, ateas, atentadas, atontadas, atormentadas, atracadoras, atrapadas, audaces, augures, avaladas, avispadas, babosas, bacos, bailarinas, bajitas, bakuninistas, balas perdidas, bandidas, barberas, barbudas, barrabases, barrenderas, barquilleras, bataneras, bauleras, beatniks, bebedoras, bellacas, besugos, bizcas, bobas, bohemias, bolingas, bolleras, borrachas, borregas, botones, boyeras, bolilleras, bomberas, bordadoras, boteras, boticarias, botones, braceras, bufones, buscavidas, cabreras, cacos, cafres, cajeras, cajistas, calafateras, calamidadescalceteras, caldederas, caleras, calzonazos, callejeras, cámaras, camareras, caminantes, camineras, campaneras, canallas, cantantes, cantamañanas, canteras, capullas, caracremadas, caraculos, carasucias, carboneras, cardadoras, caribeñas, carpinteras, carretilleras, carteleras, cartoneras, carteras, carteristas, casqueras, castañeras, cedacedos, cenacheras, cencerros, cenetistas, cereras, cerradas, ceporras, cerrajeras, cesteras, chaperos, charlatanas, charnegas, chatarreras, chivatas, chocolateras, 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descolgadas, descolocadas, desenmascaradas, desesperadas, desheredadas, desinformadas, desinteresadas, desmayadas, desmesuradas, desmemoriadas, desnudas, desordenadas, despeñadas, despiertas, desplomadas, destapadas, destartaladas, desterradas, destructoras, destruidas, detenidas, detestables, detonadoras, dibujantes, difíciles, dinámicas, directas, disciplinadas, discordiantes, disidentes, disipadoras, disparatadas, dispersas, disponibles, distópicas, distraídas, diversas, divertidas, divorciadas, dramaturgas, domadoras, don nadies, drogadictas, ebanistas, ecologistas, efusivas, enanas, encaladoras, encontradas, encuadernadoras, enamoradas, energúmenas, enlairats, ensoñadoras, enterradoras, equilibristas, escapistas, escorias, escultoras, esencieras, esotéricas, espadachinas, esparteras, especieras, especímenes, espías, esquiladores, esquimales, estafadoras, estetas, estereras, estraperlistas, estrelladas, eternautas, excéntricas, exiliadas, expropiadorea, extorsionadoras, 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